Titulo original: Shlichuto Shel HaMemune Al Mashabei Henos / The Human Resources Manager
Año: 2010
País: Israel – Francia – Alemania – Rumanía
Duración: 103 min.
Dirección: Eran Riklis
Guión: Noah Stollman, basado en la novela "A Woman in Jerusalem" de Abraham B. Jehoshua.
Música:
Cyril Morin
Intérpretes
Mark Ivanir, Guri Alfi, Noah Silver, Rozina Cambos, Julian Negulesco, Bogdan Stanoevitch, Gila Almagor, Reymond Amsalem, Irina Petrescu, Papil Panduru, Danna Semo, Sylwia Drori, Yigal Sade, Ofir Weil y Roni Koren.
Premios
Premio a la Mejor Música en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci)
Premio del Público en el Festival de Cine de Locarno.
Sinopsis
El director de recursos humanos (Mark Ivanir) de la mayor panadería de Jerusalén tiene problemas. Se ha separado de su esposa, se ha distanciado de su hija y está atrapado en un trabajo que odia. Cuando una empleada extranjera de la panadería muere en un atentado suicida, un diario local acusa a la empresa de falta de humanidad e indiferencia. Se descubre que nadie en la panadería se había dado cuenta de la ausencia de la mujer. La dueña de la panadería manda al director de recursos humanos a una misión para enderezar la imagen de la empresa. Así empieza un largo periplo desde las místicas calles de Jerusalén como punto de partida hasta las heladas carreteras de Rumanía en busca del pueblo de Yulia, una mujer a la que no conocía, pero a la que empieza a admirar. Encabezando un extraño grupo compuesto por el rebelde hijo de la fallecida (Noah Silver), un periodista latoso que “cubre” el viaje, un vicecónsul (Julian Negulesco) muy peculiar, un viejo conductor (Papil Panduru) y un ataúd, redescubre algo de la humanidad que había perdido y el gusto por los “recursos humanos”.
Comentario
Una situación tremenda, abordada desde el sarcasmo, da con el tono perfecto para el extrafalario periplo de un hombre bueno. Y la insólita excursión le sirve a Eran Riklis, de paso, para zurrarle a todo: desde la precariedad laboral (víctima el protagonista mismo) a los medios de comunicación, pasando por las frustraciones familiares, el desarraigo de la inmigración y, desde luego, el terrorismo. Cuestiones tan peliagudas, una a una y por separado, que sólo pueden digerirse con un toque de humor y otra ración extra de esperpento. Tal cual, parece un Berlanga redivivo. Y perfecto, el método para hurgar en la colección de personajes que desfilan por el escenario. Lo mejor. No es convencional ni uno solo de ellos, todos entrañan una paradoja triste y gozosa a la vez, en definitiva, chorros de vida y sufrimiento, desde la jefa a la cónsul, el encargado de la morgue o el periodista, el hijo de la fallecida y, claro, el director de Recursos Humanos. El guión es muy ágil, sobre todo al principio, en unos minutos se explica el cuadro; y a partir de ahí arranca el disparatado viaje a una Rumanía tan llena de luces (un paisaje precioso) y sombras (la huella siniestra del comunismo) como los propios sujetos que la recorren y que recalan, por ejemplo, en un búnker abandonado como alojamiento, o que culminan el trayecto a bordo de un tan que astroso. El final de la aventura es lo de menos. Pero es cierto que con “Los limoneros” Riklis se puso más serio y dejó el listón más alto. Y no es la ironía, ni el tono de comedia, lo que le resta altura a “El viaje del director…” es más bien un cierto desaliño, como si él mismo se la hubiera tomado con distinto apego. Funciona, aunque en tono menor.