Tom Holkenborg
Intérpretes
Sinopsis
La historia eleva acta de la vida, obra y via crucis de Alfred «Freddy» Heineken (Rutger Hauer), un hombre hecho a sí mismo y que elevó a la empresa familiar de cerveza Heineken al imperio verde que ahora es y que se hizo billonario en el proceso. Divorciado de su mujer, vivía con su cantarina (e insoportable) amante Lucille en una lujosa mansión en Amsterdam. Los Países Bajos, y el mundo, se conmocionaron cuando fue secuestrado en noviembre de 1983. Cuando salía hacia una fiesta de las que tanto gustaba, cuatro encapuchados a punta de pistola, le secuestran accidentalmente junto a su chófer, Ab Doderer (Menno Van Beekum). Son sepultados en vida en sendos zulos, lóbregos, húmedos y fríos, con una luz constante, encadenados y permanente música neerlandesa de lo peor. Irónicamente, los secuestradores trabajaban para él y habían construido las prisiones tras una pared falsa de un hangar para realizar reparaciones. La banda está liderada por un hiperviolento llamado Willem Holleeda, que se hace llamar Rem (Reinout Scholten van Aschat). Todos son unos parias de la floreciente sociedad. Piden un rescate de 35 millones de florines (16 millones de euros), que la familia paga. La primera parte informa de cómo estos cuatro tarados preparan un secuestro de tanta importancia y sobre todo, sigue a Rem, muestra a su padre enfermo, con enfisema, fumador, alcohólico y con Parkinson. Una sociedad y barriada de Amsterdam que el cine holandés raramente muestra. Uno de los defectos es que desconocemos casi todo de los otros tres parias. Cuando está encerrado como una alimaña, Rem se dedica a torturar sádicamente a Heineken, sobre todo cuando descubre que padece asma. Le corta la ventilación, le amenaza con una pistola constantemente, le hace beberse sus deposiciones e incrementa el sonido de la música. Apenas sabemos del chófer, encadenado en otro zulo, otro defecto. Heineken, de un carácter de hierro, jamás pierde su orgullo. Se peina con un tenedor, canta «Singing in the Rain» para defenderse del «hilo musical», pinta notas de música clásica en la pared con el rotulador que le han dado para corregir las peticiones del rescato (los cuatro cometen errores ortográficos) y le golpean, pero él siempre levanta la cabeza. Una vez cobrado el rescate, los cuatro parias comienzan a cometer errores de libro…lo cual no queda explicado. En el relato, cobra importancia la ex mujer. La policía consigue librarles de forma espectacular. En el segundo segmento, Heineker dirige personalmente a la policía para la caza y captura de los huidos. Se refugia en la suntuosa mansión campestre de su ex mujer y recobra el tabaco y buen vino. Los delincuentes son cazados con el botín, pero Rem y su cuñado consiguen huir a París, donde son cazados por otros tremendos errores, que les dan por tarados. Ahí llega el drama porque la justicia francesa les juzga y absuelve, al no existir extradición con Holanda. La ira de Heineken es cósmica y aunque mueve los hilos en las más altas esferas, es derrotado. El tercer segmento, constituye otro film. Rem y su cuñado ofrecen guateques de copete en París, dado que incluso conservan el botín. Se alojan en hoteles de lujo, compran trajes de diseñadores y gafas «fashion». El Heineken más brutal idea una estrategia de engaño: la policía francesa les informa que les deportan al paraíso de la isla francesa de Guadalupe, pero en realidad acaban en la isla San Martín…perteneciente a los nerlandeses. Deportados a Holanda, son juzgados y condenados. De los otros dos, nada de nada. ¿Por qué? Este segmento lleno de color y algo de humor se aleja del tono sobrio y lúgubre del drama, otro defecto. De hecho, Rem está en prisión por otros delitos, entre otros, varios asesinatos. Y evasión de impuestos y engaño al fisco.