EL SECRETO DE SUS OJOS

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    Titulo original: El secreto de sus ojos
    Año: 2009
    País: Argentina - España
    Duración: 129 min.
    Dirección: Juan José Campanella
    Guión: Juan José Campanella y Eduardo Sacheri, basado en la novela "La pregunta de sus ojos", de Eduardo Sacheri.
    Música: Federico Jusid y Emilio Kauderer

    Intérpretes

    Ricardo Darín, Soledad Villamil, Pablo Rago, Javier Godino, Guillermo Francella, José Luis Gioia, Carla Quevedo, Bárbara Palladino, Rudy Romano, Mario Alarcón, Alejandra Abelenda, Sebastián Blanco, Mariano Argento, Juan José Ortíz, Kiko Cerone, Fernando Pardo, Maximiliano Trento, Elvio Duvini y David Di Napoli

    Premios

    Seleccionada para la competición del Festival de San Sebastián. Oscar a la Mejor película de idioma extranjero
    Goya a la Mejor Película Hispanoamericana y a la Mejor Actriz Revelación (Soledad Villamil). Nominada al Goya a la Mejor Película, al Mejor Director, Mejor Actor Protagonista (Ricardo Darín), Mejor Guión Adaptado, Mejor Fotografía, Mejor Música Original y Mejor Dirección Artística.
    Nominada a los Premios del Cine Europeo a la Mejor Película.
    Nominada al Premio BAFTA de la Academia de Cine Británico a la Mejor Película de habla no inglesa.

    Sinopsis

    Benjamín Espósito (Ricardo Darín) ha trabajado toda la vida como empleado en un Juzgado Penal. Ahora acaba de jubilarse, y para ocupar sus horas libres decide escribir una novela. No se propone imaginar una historia inventada. No la necesita. Dispone, en su propio pasado como funcionario judicial, de una historia real conmovedora y trágica, de la que ha sido testigo privilegiado. Corre el año 1974, y a su Juzgado se le encomienda la investigación sobre la violación y el asesinato de una mujer hermosa y joven. Espósito asiste a la escena del crimen, es testigo del ultraje y la violencia sufrida por esa muchacha. Conoce a Ricardo Morales (Pablo Rago), quien se ha casado con ella poco tiempo antes y la adora con toda su alma. Compadecido en su dolor, Espósito intentará ayudarlo a encontrar al culpable, aunque para ello deba remar contra la torpe inercia de los Tribunales y la Policía. Cuenta con la inestimable colaboración de Pablo Sandoval (Guillermo Francella), uno de sus empleados y a la vez su amigo personal, que escapa a los rutinarios límites de su existencia emborrachándose de cuando en cuando, hasta perder la conciencia. Cuenta también con Irene Menéndez Hastings (Soledad Villamil), su jefa inmediata, la secretaria del Juzgado, de la que se siente profunda, secreta e inútilmente enamorado. La búsqueda del culpable será cualquier cosa menos sencilla. No han quedado rastros en el lugar del crimen, y Espósito deberá avanzar a través de corazonadas y conjeturas. Por añadidura, la Argentina de 1974 no es un escenario pacífico. La violencia, el odio, la venganza y la muerte encuentran un terreno propicio para enseñorearse de las vidas y los destinos de las personas. En ese marco cada vez más hostil, cada vez más oscuro, la tarea de Espósito terminará por mezclarse hasta el fondo con esa violencia monstruosa y creciente. Ya no será un testigo privilegiado, sino un protagonista involuntario cada vez más cerca del peligro. Pero no sólo es ese joven Espósito de 1974 el que se ve arrastrado por la tempestad de los hechos. También ese otro Espósito, el del presente, ese viejo con pretensiones de escritor, se verá sumido en una tempestad que lo pondrá a la deriva. Porque Espósito ha puesto en marcha la máquina atroz de la memoria, ha aceptado ventilar y revivir todos sus recuerdos. Y esos recuerdos no son inocentes, no son neutrales, no son asépticos. Espósito escribe, y al escribir revive, y en el pasado que se levanta ante sus ojos se yerguen también todos sus fantasmas: sus decisiones, sus confusiones, sus irreparables equivocaciones. A medida que avance, Espósito entenderá que ya es tarde para detenerse. Narrar el pasado dejará de ser un simple pasatiempo para llenar las horas muertas de sus días. Será el camino estrecho y sinuoso que deberá recorrer para entender y justificar su propia vida, para darle sentido a los años que le queden por vivir, para enfrentarse de una vez por todas a Irene, su jefa en 1974, esa mujer de la que, treinta años después, sigue enamorado.

    Comentario

    Como un profesor de los buenos, Campanella tiene la habilidad de atrapar sin ir al recurso fácil. En lo emocional huye del desgarro; en lo criminal persigue la tensión; con sobriedad va enredando uno y otro hilo hasta cazar al espectador sin previo aviso. De nuevo no plantea aquí nada extraordinario, aparentemente sólo una cuestión más bien común, que afecta a todos, y que es paso del tiempo: paciente pero tozudo, -viene a decir- el tiempo siempre pasa factura; no le gusta dejar cuentas pendientes. Tampoco le gusta al jubilado Benjamín Espósito; papel y pluma en ristre, empieza a rebuscar entre los restos de su naufragio: una vida en los juzgados, un crimen sexual y una historia de amor. Irene no; ella se ha dejado llevar por la inercia de los años. El reencuentro demuestra que poco tiene de inerte lo vivido juntos. Y a partir de esa revisión personal, inocente incluso, de la memoria, el director de “El hijo de la novia” compone una inquietante y soberbia reflexión sobre los laberintos de la justicia y sus funestos resultados. Y es justamente ahí donde “El secreto de sus ojos” alcanza categoría de gran relato. Además, Soledad Villamil y Ricardo Darín lo elevan con momentos sencillamente perfectos. Dentro de una correcta puesta en escena la historia, mucho más que puro entretenimiento, se va cargando de personajes, anécdotas y sucesos que le dan sentido. Estupenda, por ejemplo, la escena del interrogatorio; y la del ascensor. Hay en cambio algunos pequeños detalles que no están a la misma altura; tampoco el final, no del todo redondo, cuando lo tenía ahí mismo, al alcance de la mano. Pero a pesar de todo Campanella ha hecho otro peliculón.