Intérpretes
Sinopsis
Un cartero rural narra la historia de dos pueblos vecinos, pero separados por el río Jaramillo y por su rivalidad futbolística, Morcuende y Sanfelices. Pese a su continuo enfrentamiento, los caciques de ambas localidades, don Galo (Juan Calvo) y don Jorge (José Ramón Giner), se ponen de acuerdo en algo: Tender un puente sobre el río y determinar una cuota de peaje para así enriquecerse, pues los lugareños necesitarán cruzarlo cuando transporten la remolacha que cultivan. Pero las tierras elegidas para la construcción del puente son de Benito (Manolo Morán), un desconfiado y perezoso campesino cuya hija, Fátima (Elisa Montés), está enamorada de Fernando (Ricardo Zamora Jr.), el hijo del cacique de Morcuende. Con la promesa de emplearle como recaudados del peaje, los socios convencen a Benito, que ve así resueltos sus problemas económicos. El puente se pone en pie y pronto los caciques logran unos ingresos de más de 7.000 pesetas al mes. Sin embargo las cosas empiezan a ir mal. Benito es despreciado por los vecinos de ambos pueblos, que ven en él al sicario del poder que les esquilma. Además, Fernando se ha ido a Madrid, abandonando a Fátima. Su padre abandona el puesto de vigilante y exige dinero por los desperfectos que el paso de personas y ganado ocasionan en su finca, y por los derechos que le corresponden como propietario de la tierra. Ante el despotismo y la pasividad de los propietarios decide que el puente es suyo pues se halla en sus propiedades, y expulsa tanto al nuevo guarda como al enviado de los caciques, don Samuel, el señor “Vitaminas” (Antonio Ozores). Benito establece unas tarifas muy caras y se queda con lo que cobra a los viandantes. Ante los abusos de unos y otros, los vecinos de Morcuende y Sanfelices deciden asaltar el puente. La conferencia de Pedregales, organizada para resolver el asunto con la ayuda del propietario de una granja cercana (Antonio Casas), la A.S.U., forma una comisión de “hombres buenos”. Peso esa noche la situación se agrava, Fátima apedrea a Fernando cuando este acuda a parlamentar; don Galo pone cartuchos de dinamita en el puente; Benito coloca trampas alrededor de él y los vecinos se dirigen hacia la zona con los ánimos muy exaltados. El puente estalla por los aires, pero afortunadamente no hay víctimas. La A.S.U. abona las indemnizaciones pertinentes y controla el puente, reconstruido por los propietarios, que sitúan en él a otro vigilante, Fernando y Fátima se declaran su amor… Benito obtiene el dinero que necesitaba para el regadío… Al final todos se sienten felices y contentos.