EL JUEGO DE LA OCA (1966)

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    Titulo original: El juego de la oca
    Año: 1966
    País: España
    Duración: 112 min.
    Dirección: Manuel Summers
    Guión: Manuel Summers y Pilar Miró.
    Música: Antonio Pérez Olea.

    Intérpretes

    Sonia Bruno, José Antonio Amor, María Massip, Julieta Serrano, Francisco Valladares, Ángel Luis Alvarez, Pascual Martín, Cecilia Villarreal, Guadalupe Olmedo, Luis Barbero, José Luis Borau, María Burgos, Ángel Córdoba, Ulla Foltin, Carolina Fraile, Juan Luis Galiardo, Pilar Guijarro, Cristina V. López, Eduardo Mateo y Pedro Sopeña.

    Premios

    Seleccionada para la Sección Oficial a concurso del Festival Internacional de Cine de Cannes Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos a la Mejor Actriz (Sonia Bruno)

    Sinopsis

    Pablo (José Antonio Amor) es un joven dibujante, casado con Blanca (Maria Massip), y padre de dos niños, que tiene como compañera de trabajo a Angela (Sonia Bruno). Pablo, que se ha quedado solo un Madrid, sale un día con Ángela, hecho que se repite varias veces más hasta que se acaban enamorando. Pero tras las vacaciones Blanca regresa. Pablo y Angela deciden separarse, pero vuelven a empezar. Otro verano. Ángela se marcha de vacaciones. Blanca y Pablo se van a la playa. Ángela y Pablo se escriben a la lista de Correos hasta que por fin logran pasar unos días juntos. Pablo engaña a su mujer. De regreso a Madrid, Ángela se encuentra sola mientras que Blanca espera un hijo. Pablo no sabe que hacer. Ángela le desprecia. Pablo vuelve a su casa. Angela sigue sola, pero Blanca también, y de la misma forma, Pablo también está solo. Uno de los niños baila un twist.

    Comentario

    Película casi autobiográfica de un instante concreto en la vida de Manuel Summers, que además realiza el guión con Pilar Miró. Está tratada con delicadeza y observación, en un estilo de realización que recuerda bastante a lo que estaba haciendo la nouvelle vague en esos momentos; y a su altura. Sencilla, tierna, aunque un tanto melodramática al final, y valiente en la forma de abordar el tema del adulterio. La imagen de Sonia Bruno resulta atractiva, deliciosa y amable; el trabajo de María Massip, absolutamente espléndido. Muy elogiables los cometidos de Wolfgang Burman en la dirección artística y de Francisco Fraile.