Intérpretes
Sinopsis
Ya se sabe que los inventores son unos seres humanos que siempre viven en lo alto de sus fantasías más o menos científicas, y que rara vez ponen los pies en el suelo. Así le ocurre a Raúl, que ha inventado algo que piensa que puede valer para acabar con la violencia y las guerras en el mundo. Se trata de un complicado silbato, cuyo sonido produce en quien lo escucha los más urgentes deseos de hacer el amor que haya tenido nunca. Raúl piensa que si hace funcionar el pito en medio de una contienda, del tipo que sea, todos los participantes, llevados por la fiebre erótica, abandonarán la pelea. El único error de Raúl consiste en acudir a su amigo Manuel para que le ayude a financiar y comercializar el invento, sin darse cuenta de que Manuel, como la inmensa mayoría, es un obseso sexual que inmediatamente encuentra otras aplicaciones para el silbato. En manos del play-boy de pacotilla, el pito sirve para seducir a un gran número de mujeres, de las que sólo se salva Lucrecia, la eterna novia del inventor. Y se salva, porque Lucrecia, además de tonta es sorda, y los pitidos siempre la pillan sin el aparato que corrige su insuficiencia auditiva. Raúl, que a su pesar, comparte las orgías de su amigo, se va acostumbrando, poco a poco, a la buena vida y al final acaba felicitándose por la buena idea que tuvo al diseñar el silbato.