Titulo original: El extraño caso de Angélica / O Estranho Caso de Angélica
Año: 2010
País: Portugal ´- España – Francia - Brasil
Duración: 97 min.
Dirección: Manoel de Oliveira
Guión: Manoel de Oliveira
Intérpretes
Pilar López de Ayala, Ricardo Trêpa, Filipe Vargas, Leonor Silveira, Isabel Ruth, Ana María Magalhâes, Adelaide Texeira, Luís Miguel Cintra, Paulo Matos, y Ricardo Aibéo.
Premios
Presentada en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes.
Sinopsis
En medio de la noche, Isaac (Ricardo Trêpa), un fotógrafo con un misterioso pasado de la ciudad de Régua, un poblado vinícola de Portugal, recibe un insólito: realizar el último retrato de una joven recién casada que acaba de fallecer llamada Angélica (Pilar López de Ayala). Isaac, con la mansión llena de gente llorosa por el duelo tras la prematura muerte de una jovencísima esposa, lanza su primera mirada sobre Angélica y se queda transmutado por su belleza. Pero, cuando la vuelve a mirar, ésta vez a través de la lente de su cámara, la fallecida parece cobrar vida sólo para él. El fotógrafo no tarda en enamorarse de la belleza de la joven Angélica, inspirado por una experiencia estética que le abre la puerta a una nueva dimensión. Desde ese preciso momento, vivirá una inesperada historia de amor. Y Angélica le perseguirá día y noche hasta que el joven caiga exhausto.
Comentario
Imposible sustraerse a la belleza de las imágenes y de las actitudes que el maestro Oliveira nos brinda en este fresco emocional y emocionante de todo lo que su mundo fue y ya no es. Desde la amabilidad de los paisajes y la dignidad de los campesinos, pasando por el respeto al entorno, la proximidad de las gentes o el tiempo en reposo…, todo nos conduce a un cuento elegante, nostálgico y sin embargo no exento de humor. Pero más que un “adiós a todo eso” –este es un viejo proyecto largamente guardado en el cajón- “El extraño caso de Angélica” acaba por traducirse en un documental de usos y costumbres prescritos y proscritos. Aunque, como cuento que es, tampoco hace falta creérselo demasiado, simplemente dejarse llevar por esa atmósfera ingenua y cordial, un entorno más que mágico, acogedor, que murió y que ahora rescata y ya perpetúa definitivamente el centenario director. No es fácil, desde luego, mantener ese pulso, el más veterano realizador europeo se muestra una vez más exigente con el espectador y le obliga a entregarse de antemano a su divertimento aunque, una vez aceptadas las reglas del juego, una vez, -digámoslo claro-, puestos en su pellejo, la película se ve con auténtico placer, por mucho que haya que echarle generosidad y afición; casi tanta generosidad y tanta afición como la que, por enésima vez, nos demuestra el pertinaz Oliveira: empecinado siempre con el Cine, embelesado con la Vida y emocionado con su relato. Un canto de amor también vetusto…y de lo más poético.