Titulo original: The Beaver
Año: 2011
País: EE.UU.
Duración: 9 min.
Dirección: Jodie Foster
Guión: Kyle Killen
Música:
Marcelo Zarvos.
Intérpretes
Mel Gibson, Jodie Foster, Mel Gibson, Cherry Jones, Anton Yelchin, Riley Thomas Stewart, Zachary Booth, Jennifer Lawrence, Jeff Corbett, Baylen Thomas, Sam Breslin Wright, Kelly Coffield Park, Michael Rivera, Kris Arnold, Elizabeth Kaledin, Matt Lauer, Jon Stewart, Terry Gross, Folake Olowofoyeku, Lorna Pruce, Bill Massof y Bill Walters.
Premios
Seleccionada, para la Sección Oficial fuera de concurso, del Festival de Cine de Cannes.
Sinopsis
La vida de Walter Black (Mel Gibson) ya no es lo que era. En otro tiempo un ejecutivo de éxito de la industria juguetera y un hombre de familia, ahora sufre una grave depresión. Viviendo al ralentí, se aleja de su familia y de sus seres queridos. Intente lo que intente, Walter no parece encontrar nada que le permita retomar el rumbo de su vida. Su esposa Meredit (Jodie Foster) termina por echarle de casa por el bien de sus hijos. Tocando fondo, se aferra a una marioneta de castor que encuentra un día por casualidad entre la basura. Por diversión o por desesperación, utiliza esa marioneta para exteriorizar todas las cosas que no se atreve a decir a su familia y a sus colegas. La marioneta se convierte en una nueva personalidad, un nuevo Walter, más positivo y seguro de sí mismo. Pide a todos que no le hablen a él sino al castor y rápidamente vuelve a recuperar el control de su vida, pero poco a poco descubre que ya no puede vivir sin su castor. ¿Logrará deshacerse de él?
Comentario
Antídoto para los que les asalte la tentación de tachar de ridícula esta propuesta: primero, aparcar el carnet de “listillo” en el cajón; y segundo, convenir modestamente que sólo desde la desproporción puede rozarse la cordura. A Jodie Foster (que de cordura suele andar bien pertrechada) la idea no sólo le sedujo sino que la redondeó con su manera de filmarla, en plan clásico total, sin falsas jactancias ni pirotecnias, y permitiendo que la anécdota mutara por sí sola en categoría. Lo demás –que si Mel Gibson tal, o Mel Gibson cual- no deja de sonar a pobres coartadas puritanas. Porque lo que de verdad cuenta aquí es un actor en absoluto estado de gracia enfrentado a un reto descomunal un salto sin red que ponía, sobre el papel, su persona y su carrera en el filo de la navaja pero que salva de forma no ya conmovedora sino abiertamente modélica. Y además: dice “El castor” tantas cosas…inquietante de principio a fin, el drama psicológico que desata un padre de familia tradicional pone en solfa los vicios y desmanes de la sociedad confortable y autoconfortada: el despego de la esposa cuando el marido le pone en evidencia; el rechazo del hijo porque la situación del padre le molesta; sólo la inocencia del más pequeño, ajeno aún a convenciones e imposturas, acepta el nuevo juego, ese borrón y cuenta nueva, que re cuerda en gran parte al mismo sinsabor, la misma frustración que “American beauty” destilaba. No es la película un portento de realización, simplemente correcta. Pero eficaz, consigue lo que pretendía: un grito, un casi alarido, contra la cultura del triunfo…a toda costa.