Intérpretes
Sinopsis
La reina Isabel II, destronada, vive con su familia en Francia en el destierro donde rodeada de una pequeña Corte, sigue siendo la Reina. El pueblo español quiere la Monarquía, pero no con Isabel en el Trono, sino con su hijo Alfonso (Vicente Parra), que a la sazón cuenta dieciocho años. Se educa en Londres y hace frecuentes viajes a París a ver a su madre. En uno de estos viajes el príncipe Alfonso ve a su prima Mercedes (Paquita Rico), a la que recuerda de niña en Sevilla. Se enamoran mutuamente. En París la Reina Isabel, ante su pequeña Corte, abdica en su hijo. Y desde entonces las conveniencias de la Corona y la voluntad de Isabel se interponen entre Alfonso y Mercedes. En España se ha instaurado de nuevo la Monarquía. El Ejército y el pueblo reclaman la presencia de su Rey. Este ha de partir y no quiere hacerlo si Mercedes no le promete acudir cuando él la llama para compartir juntos el Trono de España. Mercedes lo promete, aunque sabe que ello no será posible, por oposición de la Reina Madre y del Gobierno español. Pero quiere que Alfonso se vaya contento y disimula su amargura. No cuenta con el gran amor de Alfonso, para quien Mercedes es más importante que la propia Corona, a la que está dispuesto a renunciar si no triunfa en su empeño. Y triunfa. Mercedes, tras de una boda fastuosa, se sienta en el Trono de España al lado de Alfonso. En la tierra no se puede ser más feliz. España entera adora a sus Reyes. Los negocios políticos van bien. Cesa la guerra carlista. Se firma la paz en Cuba. Y por todo ello a Alfonso le llaman el Pacificador. Mercedes contrae una rara enfermedad. ¿Consecuencias de una caída de caballo? ¿De un enfriamiento? No se sabe. Pero la Reina languidece. Se apaga. Hay consternación en la Corte. El pueblo ruega por su Reina. Alfonso está aterrado. Mercedes es su vida. Si sucediera algo irreparable cree que no lo podría resistir. Mercedes muere. Todo Madrid la llora con desconsuelo. Alfonso, transido de dolor, se aísla en sus habitaciones, descuidando incluso sus deberes de Rey. Su primer ministro, Cánovas del Castillo, se lo recuerda. Alfonso vuelve a la realidad amarga. La vida sigue. Y mientras aprueba decretos y presupuestos, una lágrima se desliza por su mejilla y cae sobre la firma: Yo, el Rey. Fuera, en la plaza, los niños cantan el triste y nostálgico romance de Mercedes, la Reina inolvidable.