DIAZ. NO LIMPIEIS ESTA SANGRE (2012)

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    Titulo original: Diaz. Don`t Clean up this Blood
    Año: 2012
    País: Italia - Rumanía - Francia
    Duración: 127 min.
    Dirección: Daniele Vicari
    Guión: Daniele Vicari y Laura Paolucci
    Música: Teho Teardo Temas musicales: "Evolution, Revolution, Love", interpretado por Tricky; "Gas Gas", interpretado por Goran Bregovic; "It Takes a Fool to Remain Sane", interpretado por The Ark; "Clandestino", interpretado por Manu Chao; y "Angel", interpretado por Massive Attack.

    Intérpretes

    Elio Germano, Jennifer Ulrich, Claudio Santamaria, Davide Iacopini, Ralph Amoussou, Fabrizio Rongione, Renato Scarpa, Mattia Sbragia, Antonio Gerardi, Paolo Calabresi, Francesco Acquaroli, Alessandro Roja, Eva Cambiale, Rolando Ravello, Monica Barladeanu, Emilie de Preissac, Ignazio Oliva, Camilla Semino, Aylin Prandi, Micaela Bara, Sarah Marecek, Lilith Stangenberg, Christian Blümel, Christoph Letkowski, Esther Ortega, Pietro Ragusa, Jerry Mastrodomenico, Cezar Vlad Eugeniu Popescu, Jacopo Maria Bicocchi, Pino Calabrese, Giorgio Caputo, Mircea Caraman, Melania Ciurlin, Maximilian Dirr, Razvan Hîncu, James Longshore, Orlando Petriceanu, Ioana Picos, Alessandro Procoli y Vincenzo Zampa.

    Premios

    Premio del Público en la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) Premio del Público de la Sección Panorama del Festival Internacional de Cine de Berlín.

    Sinopsis

    Del 20 al 22 de Julio de 2001, Génova fue la anfitriona de los 8 países más poderosos del mundo, al tiempo que lidiaban con una mirada de asuntos como la estratégica iniciativa de defensa, el Protocolo de Kioto y las crisis de los Balcanes y Oriente Medio. Para protestar por esta reunión del G-8 llegan a la ciudad unas 300.000 personas, que participan en marchas los días 20 y el 21 de julio provocando una guerra de guerrillas urbana. Carlo Guiliani fue muerto por una bala disparada desde un furgón. El balance final fue de unos 1000 heridos, 280 arrestados y unos 50 billones de liras en daños. Cuarenta y una tiendas, 89 coches, 9 oficinas de correos, 6 supermercados, 34 bancos, 16 gasolineras, 4 domicilios privados, 9 cabinas y una grúa fueron destruidos. A medianoche del 21 de julio, una vez que las manifestaciones se habían acabado, más de 300 policías irrumpen la escuela Diaz-Pascoli, sede del Centro de Prensa del Foro Social de Génova en busca de manifestantes. La fuerza masiva fue liderada por una unidad especial de los Carabinieri, que acordona el edificio. Dentro de la escuela se hallan 90 activistas, la mayoría de varias partes de Europa, junto a un puñado de periodistas extranjeros que se preparaban para pasar la noche durmiendo en los suelos de la escuela. Cuando la policía entra en la escuela los manifestantes levantan las manos en señal de rendición. Sin inmutarse, los oficiales descargan una calculada y frenética violencia, golpeando a jóvenes y mayores, hombres y mujeres, indiscriminadamente. Los activistas, heridos gravemente, son trasladados al hospital en ambulancias, pero poco después son llevados a los barracones de la policía de Bolzaneto para unirse a los que habían sido detenidos, donde son sometidos a más abusos y degradaciones. Un portavoz de la policía declara en una conferencia de prensa que los 63 informes médicos elaborados se refieren a lesiones pasadas. Muchos de los presuntos integrantes del bloque negro solo descubren que estaban detenidos mientras estaban en el hospital, por conspiración para destruir la propiedad, pillaje, resistencia a la autoridad y posesión ilegal de armas. Tras varios días de detención, los prisioneros son liberados, y los que no son ciudadanos italianos, deportados acusados de terrorismo.

    Comentario

    Una reconstrucción de los hechos terribles ocurridos en la ciudad italiana de Génova en julio de 2001, durante una reunión del G8, desde el punto de vista de la policía, de los manifestantes, de las víctimas y de los periodistas que se vieron atrapados en tragedia, para analizar como la frustraciñon puede explotar en violencia cruda e incontrolada. El rodaje visceral y dinámico de Vicari arroja al espectador al oscuro corazón de la política y le recuerda a través de escenas reales que esto puede que sea una película, pero no es ficción.