DESPEDIDAS

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    Titulo original: Okuribito
    Año: 2008
    País: Japón
    Duración: 130 min.
    Dirección: Yojiro Takita
    Guión: Kundo Koyama
    Música: Joe Hisaishi

    Intérpretes

    Masahiro Motoki, Tsutomu Yamazaki, Ryoko Hirosue, Kazuko Yoshiyuki, Kimiko Yo, Takashi Sasano, Mitsuyo Hoshino, Tarô Ishida, Hiroyuki Kishi, Miyuki Koyanagi, Tôru Minegishi, Sanae Miyata, Ryôsuke Ohtani, Genjitsu Shu, Tetta Sugimoto, Taro Suwa, Yukiko Tachibana, Takao Toji y Tatsuo Yamada.

    Premios

    Oscar a la Mejor Película de idioma no inglés Gran Premio de las Américas del Festival de Montreal

    Sinopsis

    Cuando se disuelve la orquesta en la que toca el violonchelo, Daigo Kobayashi (Masahiro Motoki) decide regresar con su esposa Mika (Ryoko Hirosue) a su ciudad natal de Hirano, en la prefectura de Yamagata, situada en el noreste de Japón, a la que fue la casa de su madre, ya fallecida, que la tiene cerrada. Contesta a un anuncio de trabajo convencido de que se trata de una agencia de viajes. Shouei Sasaki (Tsutomu Yamazaki), el dueño de la agencia, le contrata sin mirar su currículo, y Daigo no tarda en descubrir que el trabajo tiene poco que ver con viajes. Se trata de ocuparse de la ceremonia del amortajamiento, de la última despedida a los difuntos. No está nada convencido, pero ante lo que Sasaki está dispuesto a pagarle, acaba por intentarlo. Avergonzado, le dice a su mujer que la agencia se ocupa de organizar “ceremonias”. Una guapísima suicida que en realidad es un chico; una adolescente infeliz muerta en un accidente de moto; una abuela que quería ponerse los calcetines blancos de sus nietas… La muerte se presenta ante Daigo bajo diversos aspectos. Al principio siente reticencia, pero poco a poco empieza a entender cuál es el fin de su trabajo como amortajador. Un día debe hacer de figurante para un video en el que se explica como se realiza la ceremonia del amortajamiento. Un día su esposa Mika ve este video y se entera de qué tipo de “ceremonias” se ocupa la agencia y le exige que deje el trabajo. Cuando Daigo se niega, ella le abandona y vuelve con su familia a Tokio. A pesar de encontrarse solo, sigue creyendo en su trabajo. El invierno se convierte en primavera. Cada día adquiere una mayor seguridad en sus gestos profesionales, parece feliz. Pero Mika vuelve y le comunica que está embarazada; la madre de un amigo de la infancia muere de repente, y se entera de que su padre, que le abandonó hace 30 años, también acaba de fallecer. ¿Cómo se enfrentará Daigo a la vida y a la muerte como amortajador, marido, hijo y ser humano? La despedida final, un adiós lleno de felicidad.

    Comentario

    Hace más de cuarenta años el británico Tony Richardson rodó “Los seres queridos”, una divertida y corrosiva censura al negocio de la muerte; y ésta viene a ser la misma idea con distinta mirada. Porque el fascinante arranque de la historia, ese rito de preparación a la otra vida que tan impecablemente despliega el protagonista ante la cámara, nos sitúa al momento ante la pura sensibilidad y la delicadeza. No es posible hurtarse ya a un relato que suscita mucho más que curiosidad y pasmo. “Despedidas” deleita por su estética, hace pensar por su contenido y sonreir por su constante retranca, una suerte de conjuro ante la fatalidad de la muerte. Y de la vida. Amarra de tal forma la aventura de Daigo que la película admite la clasificación de drama (evidente) pero -igual que aquella- la de comedia; y está dotada de una sólida estructura, un viaje muy personal se convierte también en el viaje del espectador por la sociedad nipona: familias de todo tipo y condición, que afrontan la muerte de un ser allegado de manera tan diversa. Un mundo en suma de densas emociones que nunca llegan a ahogar porque el humor y la ironía asoman continuamente como, ni más ni menos, ocurre en la realidad. Impagable, el numerito del video profesional, con él como botón de muestra; insuperable, el jefe, un pedazo de humanidad. Pero entre tantos sentimientos logra un hueco para el dolor (el padre) y para el conflicto (la esposa)...todo eso envuelto en una fotografía, una música, una puesta en escena y una dirección de actores perfectas. Una suma, en fin, de sabias decisiones; a restar, si acaso, algo de metraje; y de dulzura también, una pizca.