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Sinopsis
En 1944 en plena Segunda Guerra Mundial en las Islas Azores, el destino cruza la vida de dos personas tan comunes como extraordinarias en la isla de Porto Pim. Ella es Lucía (Emma Suárez), una mujer madura y sofisticadamente bella, cabaretera y prostituta de lujo ocasional. Él, Lucas (Sergio Peris-Mencheta), un joven arponero, animal bello, inocente y primitivo, que atrae a las ballenas con su canto. Porto Pim fue, en esa época, escala común de los fugitivos de la Segunda Guerra Mundial: desahuciados y traidores, perdedores todos, que esperaban un barco o un pasaporte que les condujera a una nueva vida en un mundo lejano y distinto: América. Lucía llega ahí, náufraga de la vida, fugitiva de la guerra, sola y confusa, para esperar a un hombre mayor, Pierre, con el cual piensa instalarse en Buenos Aires. Hasta ese instante, Pierre (Oleg Federov) lo es todo para ella: su amante, su amigo, su protector. En el París ocupado fue él quien la introdujo en la vida confortable y los círculos de poder. Pero Pierre tiene dificultades para abandonar Francia y se retrasa una y otra vez… Es entonces, en esa espera vital y física, cuando Lucía conoce a Lucas, el joven cazador de ballenas, fuerte entusiasta, vital, joven. Un hombre que aún tiene toda la vida por vivir. Y descubre en él lo que no ha encontrado ni en los burdeles ni en la sofisticación parisina: el abrumador poder de seducción de la inocencia. Lucía se enamora perdidamente de él y el ballenero de ella… por primera vez en la vida de ambos parece que todo tiene sentido. La familia de Lucas, primero y luego todo el pueblo de Porto Pim se oponen al romance. Ella es una extraña, una intrusa, una extranjera. Pero ellos no ceden a la presión: sus noches se les llenan de amor y los días de besos y palabras. Lucía queda aprisionada entre la realidad que significa Pierre y toda la ilusión utópica y a la vez física que encarna Lucas. Lucas, por seguirla, abandona todo: su novia, su casa, su familia, sus amigos. Fatalmente, un día llega Pierre. Lucía siente miedo y no consigue revelarse a la fatalidad del destino y claudica. La realidad se impone. Renuncia a soñar. Traicionado Lucas, toda su inocencia se vuelve furor, rabia, violencia ciega. Fuera de sí, en la madrugada, Lucas atraviesa la isla corriendo y llega hasta la casa de ella. Lucía siente, entre sueños, cómo el arpón penetra en su corazón y su alma, y percibe su propia muerte como el más dulce de todos los futuros posibles.