CIRKUS COLUMBIA

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    Titulo original: Cirkus Columbia
    Año: 2010
    País: Bosnia Herzegovina - Francia – Gran Bretaña - Alemania - Eslovenia - Bélgica
    Duración: 113 min.
    Dirección: Danis Tanovic
    Guión: Danis Tanovic e Ivica Dikic, basado en la novela homónima “Cirkus Columbia” de Ivica Ðikic

    Intérpretes

    Miki Manojlovic, Mira Burlan, Boris Ler, Jelena Stupljanin, Milan Strljic, Mario Knezovic, Svetislav Goncic, Almir Mehic, Mirza Tanovic, Miralem Zupcevic, Mirsad Tuka, Ermin Bravo, Slaven Knezovic, Izudin Bajrovic, Sead Bejtovic, Jasna Ornela Bery, Vesna Masic, Miroslav Barnjak, Ines Fancovic, Adnan Besirovic y Vesna Masic.

    Sinopsis

    Bosnia y Herzegovina, 1991. Los comunistas han caído y Divko Buntic (Miki Manojlovic) regresa a la pequeña ciudad donde creció para reclamar la casa familiar. Después de vivir exiliado 20 años en Alemania, Divko aparece con su llamativo Mercedes rojo, su novia Azra (Jelena Stupljanin), joven y sexy, su gato negro de la suerte llamado Bonny y los bolsillos llenos de marcos alemanes. Los billetes y su primo Rango Ivanda (Milan Strljic), recién proclamado alcalde «democrático» ayudan a Divko a desalojar a la fuerza a su esposa Lucija (Mira Burlan) y a Martin (Boris Ler), su hijo de 20 años. Martin y Lucija, que han tenido suerte de no ser encarcelados después de su violento enfrentamiento con la policía durante el desalojo, son realojados en un pequeño y destartalado apartamento municipal. Una vez bien instalado en su antigua casa, Divko intenta llegar hasta Martin, el hijo que nunca conoció. Invita a Martin a vivir con él y Azra, su futura esposa. Cuando Lucija se entera, se pone furiosa y teme perder a su hijo si se va con su padre. Martin tranquiliza a su madre, pero el joven radioaficionado sigue visitando de forma secreta la casa de su padre para utilizar el equipo que se quedó allí. Cuando Bonny, el gato de Divko desaparece, toda la ciudad se pone a buscarlo frenéticamente para cobrar la recompensa. La búsqueda diaria del gato perdido pone en peligro la frágil relación entre Divko y Azra. Pero al mismo tiempo da lugar a una fuerte atracción entre Azra y Martin. La mayoría de los habitantes de la ciudad, inmersos en sus problemas cotidianos, ignora los graves disturbios políticos que se están produciendo: Croacia se ha escindido, todos los yugoslavos se ven obligados a tomar partido y los serbios están bombardeando Dubrovnik. A pesar de que la zona está en máxima alerta, a muchos ni siquiera se les pasa por la cabeza que Bosnia y Herzegovina puedan dividirse. Hace mucho tiempo que Martin y su madre son amigos de Leon Dilber (Miralem Zupcevic), el ex alcalde comunista, y de Savo (Svetislav Goncic), capitán del ejército yugoslavo. Pero Martin no tarda en descubrir lo rápido que los amigos se convierten en enemigos al enterarse que Pivac (Mario Knezovic), su amigo de infancia, se ha unido a un grupo paramilitar procroata. La amenaza de la guerra está cada vez más cerca y pondrá a prueba los sentimientos profundos y la lealtad. Habrá que tomar la decisión más difícil: quedarse o marcharse.

    Comentario

    Diez años después de su imponente “En tierra de nadie” Danis Tanovic vuelve a la guerra que asoló su país y una vez más, desde las tripas pero también desde la cabeza, lo borda a base de drama y comedia negra. Solo que “Cirkus Columbia” supone cronológicamente un paso atrás, el preámbulo de todo aquel desastre, sobre el que echa un vistazo (y hasta una explicación, si puede explicarse la guerra) a lo que nadie en su momento ni vio, ni preveía. De modo que nos damos de bruces en primer lugar con un análisis admirable de la ceguera. Y por esa misma razón hay, si cabe, más dolor en esta historia que en la primera ya que ahora, conociendo sus terribles consecuencias, nos asalta continuamente (y asalta a Tanovic) el trallazo de la estupidez humana, la madre (¿inevitable?) de todas las batallas. Lo que de verdad duele, en este canto nostálgico, duro y vitalista, es todo lo que se derrumbó y todo lo que quedó atrás: la coexistencia perdida y una convivencia llena de defectos, sí, de suspicacias, de cuentas abiertas, pero convivencia al fin y al cabo, aunque fuera en el filo de la navaja. Y lo que se “ganó”, algo tan devastador como la intransigencia. El gato negro, símbolo de esa apacible precariedad, acaba enredándose en las vidas de los habitantes del pueblo, una colección de personajes que Tanovic dibuja con enorme precisión y talento. Sabe de lo que habla; y hace que todos ellos vuelquen sus razones para actuar de forma distinta. Gran guión, estupendas anécdotas, terribles circunstancias y un plantel de actores en absoluta sintonía hacen de ese tiovivo feliz, el “Cirkus Columbia” el prólogo perfecto del desgarro y la tragedia.