Titulo original: Blackthorn
Año: 2010
País: España - EE.UU. - Bolivia - Francia
Duración: 98 min.
Dirección: Mateo Gil
Guión: Miguel Barros
Música:
Lucio Godoy
Intérpretes
Sam Shepard, Eduardo Noriega, Stephan Rea, Magaly Solier, Nikolak Coster-Waldau, Padraic Delaney, Dominique McEllingott, Daniel Aguirre, Luis Bredow, Fernando Gamarra, Maria Luque y Cristian Mercado.
Premios
Película de apertura del Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria.
Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos a la Mejor Fotografía. Nominada al Mejor Actor (Sam Shepard), al Mejor Director, a la Mejor Película, al Mejor Montaje, a la Mejor Música y al Mejor Guión Original.
Premio Goya a la Mejor Fotografía, a la Mejor Dirección de Producción, a la Mejor Dirección Artística y al Mejor Diseño de Vestuario.
Sinopsis
La versión oficial dice que el legendario forajido Butch Cassidy murió en 1908 durante un tiroteo con el ejército boliviano junto a su compañero Sundance Kid. Pero Cassidy no murió y durante 20 años ha permanecido en Bolivia, oculto tras el nombre de Blackthorn (Sam Shepard), un gringo viejo que se dedica a la cría de caballos y tiene una amistad especial con una mujer nativa llamada Yana (Magaly Solier). Ahora se está haciendo mayor y quiere morir en su tierra, Estados Unidos. Tras vender su granja y retirar todo su dinero del banco, cruza el altiplano de camino a casa. Pero se encontrará con otro jinete, bastante más joven e inexperto, un ingeniero de minas español llamado Eduardo Apodaca (Eduardo Noriega) que está huyendo después de haber robado la mina en la que trabajaba, perteneciente al terrateniente más poderoso de Bolivia. Pronto ambos se encontrarán sin dinero ni caballos, debiendo proseguir el camino juntos para sobrevivir. Pero si a Apodaca le persiguen los hombres del dueño de la mina, a Blackthorn le sigue la pista un viejo Marshall, Mackinley (Stephan Rea), convencido de que es Butch Cassidy, y quiere cobrar la recompensa por su captura. Blackthorn no es el único que esconde un secreto. En tierra de nadie y perseguidos por más y más hombres armados, los dos hombres no tendrán otra opción que revelar sus verdaderas intenciones y enfrentarse a la realidad, de una vez por todas.
Comentario
Media vida lleva Mateo Gil en el cine, a pesar de no haber cumplido aún los cuarenta años; lo suyo es de una precocidad en absoluto precocinada, más bien el resultado de una madurez evidente. No hay más que echarle un vistazo a sus historias, todas van por lo sesudo y por lo inteligente, lo que es mejor aún. En esas está ahora con “Blackthorn”, un western de puro clasicismo, con todas sus instrucciones de uso y desenterrando, para colmo, cadáveres tan exquisitos como el de Butch Cassidy, el mismo que en 1969 encarnó Paul Newman en “Dos hombres y un destino”, o sea: un reto mayor del que no sale malparado, desde luego. Porque a la bonita peripecia de aquel triángulo de jóvenes y bellos le sucede hoy un Cassidy otoñal, menos atractivo, más quemado y también más sabio, lleno de reflexiones a veces muy brillantes, de diálogos impecables, dentro de un espléndido guión que en absoluto desmerece del que William Goldman le escribió a George Roy Hill en aquella ocasión. Pueden hablarse “de tú a tú”; y el triángulo esta vez va por otros derroteros: son tres versiones diferentes del forajido, con un personaje, el de Stephen Rea, que cierra el juego. Eduardo Noriega supera perfectamente la prueba y en su papel también Sam Shepard, quizá demasiado. Pero no es por ahí por donde flaquea “Blackthorn”. Lo hace por el lado de la realización, algo impersonal y deslavazada y también decae el ritmo del relato, desigual y un tanto veleidoso. Pero, en cualquier caso, estamos ante un western estupendo.