Titulo original: Auf der anderen seite
Año: 2007
País: Alemania - Turquía
Duración: 122 min.
Dirección: Fatih Akin
Guión: Fatih Akin
Música:
Shantel.
Temas musicales: "Sahara Blues" del “Minueto en G Mayor, No. 5 Klavierbüchlein für Anna Magdalena”, de Johann Sebastian Bach.
Intérpretes
Nurgül Yesilçay, Baki Davrak, Tuncel Kurtiz, Hanna Schygulla, Patrycia Ziolkowska, Nursel Köse, Yusuf Kaba, Yelda Reynaud, Lars Rudolph y Andreas Thiel.
Premios
Premio al Mejor Guión en el Festival Internacional de Cine de Cannes.
Nominada al César de la Academia de Cine Francés a la Mejor Película Extranjera.
Nominada al Goya a la Mejor Película Europea.
Sinopsis
Una historia dividida en tres capítulos, con personajes interrelacionados sin ellos saberlo, que no se encuentran en ningún momento, que se desarrolla entre Hamburgo, en Alemania, y Estambul, en Turquía. La primera historia muestra a Nejat Alsu (Baki Davrak) un joven profesor universitario de Hamburgo que no ve con buenos ojos que padre Ali (Tuncel Kurtiz), un emigrante turco, se enamore de Yeter (Nursel Köse), una prostituta de su país, que envía dinero a su hija Ayten (Nurgül Yesilçay) en Estambul, con la que se va a vivir y a la que mata accidentalmente. Esto aleja a Alí, que va a parar a la cárcel de su hijo, pero éste, sabiendo que la víctima tiene una hija, viaja a Estambul para tratar de encontrarla. La segunda historia muestra a Ayten, la joven hija de la fallecida, que es una activista radical. En una manifestación en Estambul, su teléfono móvil con direcciones y contactos cae en manos de la policía. La joven logra huir y llegar a Hamburgo donde conocerá a Lotte Staub (Patrycia Ziolkowska), una estudiante alemana que simpatiza con ella y que le dará alojamiento en la casa en que ella vive con su madre Sysanne (Hanna Schygulla), que no le gusta nada la nueva inquilina que Lotte ha metido en su casa. Pero Ayten será detenida, deportada y encarcelada. Lotte decide dejarlo todo para ir a Turquía, donde se encuentra con una burocracia inamovible. Por mucho que lo intente, no consigue que liberen a Ayten. Conoce a Nejat por casualidad y comparte un apartamento con él. Pero Lotte muere poco después de una forma igualmente absurda. La tercera historia sigue a Sysanne, la madre de Lotte, que viaja a Estambul, (llega al aeropuerto en el mismo vuelo en que Ali es deportado), visitando en la cárcel a Ayten y conociendo después a Nejat sin llegar a saber nunca que él está buscando a la joven a la que acaba de ver. Al conocer a Susanne, Nejat siente la necesidad de ver a su padre, que ahora vive cerca del mar Negro, y sale en su búsqueda.
Comentario
Este título de Fatih Akin, “Al otro lado”, tiene otra vez algo de anticipador: si en el anterior “Contra la pared” estaba ya denunciando la situación de la mujer turca en la familia, en este deja adivinar que el tema ahora va más allá, mucho más allá, de eso que entendemos como “mirarse el ombligo”. Todo lo que “Contra la pared” tuvo de reivindicación social y genérica lo tiene “Al otro lado” de conexión personal. De ahí que Fatih Akin no entre ya en cuestiones sociales o políticas, por otra parte archisabidas, archimanidas, y nunca resueltas. No es eso lo que le importa. Lo que busca -y encuentra- es el finísimo hilo que amarra dos mundos tan diferentes como Alemania y Turquía a través de las personas, no de las grandes ideas. Geográficamente lejos, emocionalmente de espaldas, cuando se produce el chispazo de complicidad entre los dos países surge directamente del corazón y no de la cabeza. Situaciones paralelas (un ataúd de ida y otro de vuelta) vidas entre Bremen y Estambul (padres e hijos distanciados de una u otra forma) y raramente convergentes... pero no hay aquí ni emigración adobada de paternalismo, ni falsa compasión, ni denuncia. Sólo intercambio individual. “Al otro lado” está ordenada en tres capítulos que cruzan seis personajes (seis formas de amar) dos muertes accidentales, y una llamada a la esperanza. Todo ello, con un puñado de magníficos actores (qué potencial el la joven actriz turca¡) todos espontáneos, muy bien dirigidos, algunos no profesionales que, sin embargo, no desmerecen junto a la gran, inmensa, Hanna Shygulla. Si Akin rueda con pulcritud su historia, el guión es sencilla-mente ejemplar; nada como saber de qué se está hablando para darle fuerza a un relato. Y él sabe lo que tiene delante. Esa es al menos la impresión que vuelve a dejar este gran contador.