Titulo original: Water for Elephants
Año: 2011
País: EE.UU.
Duración: 120 min.
Dirección: Francis Laurence
Guión: Richard LaGravenese, basado en una novela de Sara Gruñe.
Música:
Richard LaGravenese, basado en una novela de Sara Gruñe.
Intérpretes
Reese Witherspoon, Robert Pattinson, Christoph Waltz, Paul Schneider, Jim Norton, Hal Holbrook, Mark Povinelli, Richard Brake, Stephen Monroe Taylor, Ken Foree, Scott MacDonald, James Frain, Sam Anderson, John Aylward, Brad Greenquist, Tim Guinee, Donna W. Scott, E.E. Bell, Kyle Jordan, Aleksandra Kaniak, Ilia Volok, Bruce Gray, Jim Jansen, James Keane, Ivo Nandi, Karynn Moore, Andrew Connolly, Tracy Phillips, Rowan O`Hara, Sita Acevedo, Danny Castle, Michael Coronas, Aloysia Gavre, Chobi Gyorgy, David Hunt, George Landkas-Coronas, Kerren McKeeman, Becky Ostroff, Rebecca Ostroff, Bianca Sapetto, Katia Sereno, Vladimir Sizov, Russ Stark, Sebastien Stella, Lee-Anne Telford, Dreya Weber, Tara Ferguson, Shannon Freyer, Kelsey McNamee, Molly O`Neill, Aryiel Hartman, Michelle LaVon, Mark Barnett, Kacie Borrowman, Rob Crites, Kelly Erickson, Derrick Gilday, Jonathan Moore, Mary Newman, Brad Potts, Dalmicio Pueblos, Jackie Zane, Aaron Bloom, Chris Grabher, Eddie Medrano, Stephen Simon, Jon Weiss, Tom Weymouth, Christopher Blim, Duff Dugan, Marcus Everett, Joe Langer, Glen McDougal, Stefan Rollins, William Morse, Evan Silverman, Beresford Bennett, Johnny Britt, Garnett Brown, George Harper, Bobby Haynes, Todd Cochran, Mike Davis, Keith Friddmont, Wynton McCurdy, Deryl Patterson, Kabin Thomas, Karl Vincent, Liam Gonzalez, Mason Gonzalez, Finn O`Hara, Ginger Pauley, Erin Pickett, Chris Rubio, Kimberly Bishop, Joseph Booton, Tatum Etheridge, Sean Galuszka, Christopher Karl Johnson, Kevin Ketcham, Tommy Lukasewicz, Alan Mueting, Stephane Nicoli, Ashley Palmer, David Rivera, Matthew C. Ryan, Matthew Schuster, Zach Silverman, Daniel Sobieray, Sandra Staggs y Lisa Marie Summerscales.
Sinopsis
En la época de la Gran Depresión, Jacob (Robert Pattinson), un joven estudiante de veterinaria, se ve obligado a dejar su formación tras el asesinato de sus padres. Sin recursos económicos, huye en un tren que es en realidad un circo ambulante. En ese momento comenzará a trabajar para los hermanos Benzini, como veterinario de su circo. El joven se enamora de Marlena (Reese Witherspoon), una de las estrellas del espectáculo que trabaja como amazona, y que está casada con August (Waltz), el encargado de entrenar a los animales, un hombre tan carismático como retorcido. Ambos descubren la belleza que existe bajo la carpa del circo, y empiezan a conectar a través del sentimiento que les suscita Rosie una elefante muy especial, considerada como imposible de adiestrar, con la que compartirán momentos inolvidables y aprenderán lecciones únicas. Contra todo pronóstico, Jacob salva a Marlena de una vida desgraciada y ambos encuentran al amor de su vida.
Comentario
El caso es que, sobre el papel, tenía todos los triunfos en la mano… y sin embargo ese “Agua para elefantes” acaba por encharcar y hasta ahogar una bonita historia de supervivencia, amor y circo. A su favor, no obstante, un arranque ágil, que pinta bien con cuatro brochazos y pulso los efectos de la Gran Depresión. Acertada también su clásica puesta en escena y diseño, acorde con aquel tiempo narrativo. Y el reparto… pues abiertamente hay que decir que “no”: no cuaja, aunque parecía la mejor apuesta, la baza definitiva para atraer al público. “Pasen y vean…” dicen las gentes del circo. Pero lamentablemente lo que vemos aquí es dos protagonistas desajustados (Reese Witherspoon y Robert Pattinson) y emparejados con calzador, luego química: cero. Mientras ella le echa oficio, él apenas rompe de su proverbial tono monocolor. Christoph Waltz por su parte, demasiado “bastardo” y condenado por tanto al histrionismo, o sea, a imitarse de nuevo. Sólo Rosie, la glamurosa elefanta Tai, no decepciona y aporta su toque tierno. Pero comienza el periplo… y bajo la carpa se desarrollan naturalmente todo tipo de tramas, subtramas, emociones y sentimientos, algunos demasiado dulzones y otros demasiado perversos, de forma que, cuando el malo ejerce, se vuelve un monstruo atroz; y un verdadero héroe, el bueno, cuando se pone a ello. Esto podría funcionar como el cuento romántico que en origen es si Francis Lawrence no cargara las tintas y tirara de los hilos en exceso. Porque al final, queda lo que queda: un regusto a pastel de novato (sin serlo) profusamente bañado en hiel y miel; aparente, en principio, y hasta tentador… pero empalagoso. Y no era eso.