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Sinopsis
Un constructor y especulador inmobiliario, Montañés (Emilio Gutiérrez Caba), logra de su amigo y socio Arganda (Manuel Morón), un concejal de urbanismo de la zona de Alicante, la recalificación de unos terrenos para poder edificar un lujoso edificio de viviendas que recibirá el pomposo nombre de El señorío del mar. Alex (Fernando Tejero) y Virginia (Malena Alterio) forman una joven pareja de novios que compran, sobre el plano del proyecto, un piso del edificio, donde esperan vivir y crear una familia: Dos habitaciones, cocina, salón con chimenea… Y sobre todo, lo que acaba por convencer a Álex: una terraza. Pequeña, de cinco metros cuadrados, pero con unas vistas maravillosas. La boda se aproxima y las obras no avanzan. Un buen día, precintan la zona y paran las obras. Una estructura de hormigón, el esqueleto de una obra abandonada es lo único que hay del Señorío del mar. Los vecinos forman una plataforma de protesta y denuncian a la constructora. Álex conoce a Toño (Jorge Bosch), otro afectado que trabaja en la construcción y tiene claro que se trata de una maniobra para deshacerse de ellos. Ha pasado un año. La plataforma ya no se reúne. Sólo quedan Toño y Álex. Cada vez le cuesta más seguir adelante. Alex empieza a descuidar el trabajo y a tener problemas con Virginia. La situación es muy tensa. Álex quiere una solución y actúa en busca de esta. El tiempo pasa y Alex y Virginia se ven obligados a vivir en casa de los padres de ella. La inmobiliaria les ofrece una ridícula compensación económica por los ahorros invertidos en la compra. Con las denuncias, llegan también las triquiñuelas legales del constructor, que sigue disfrutando de una vida de lujo ajena a los padecimientos del ya matrimonio en crisis. Alex se enfrentará al constructor, que sigue disfrutando de una vida de lujo. Virginia se separará de Álex, y este perderá su trabajo, incluso llegará a instalarse subrepticiamente en el piso piloto, el único acabado.