“Oh Mami” es una comedia con parecido tono al de otras obras que actualmente se representan en teatros de Madrid y de España en torno a la mujer de la, digamos, nueva normalidad, o sobre la nueva mujer de la vieja anormalidad, pero a “Oh Mami” la diferencia el ritmo, el inteligente sentido del humor, la excelente escenografía y, sobre todo, el talento: en el texto, en la dirección, en la interpretación. En que desprende una contagiosa alegría de vivir. Y porque transmite a las mujeres la idea de que, por mucho que se tuerzan las cosas en la vida, siempre les quedará el orgasmo. El lema de la obra es: “Oh Mami”, una comedia envuelta en cupcake con sabor a final feliz”.

Tres jóvenes amigas deciden abrir una pastelería, pero las ventas no funcionan y una de ellas propone ampliar el negocio ofreciendo a las clientas masajes “con final feliz” en el “altillo” del local. Los masajes los imparte Jordan (Octavi Pujades), un tipo de acento inglés con un bíceps como un queso de bola. Una de las chicas le dirá: “Desde que te conocí tengo una intriga; si haces esto con las manos, ¿qué harás con la polla?”. El número de solicitudes de clientas pidiendo hora se desborda. El teléfono suena y suena. Incluso reserva plaza una enigmática “señora Ayuso”. Así que también tienen que contratar a Javi, un rockero sin rumbo y sin suerte, que gracias a su especial habilidad con las manos en lugares que no son la guitarra eléctrica salva su decadencia económica y su matrimonio con una de las dependientas de la pastelería. El éxito resulta desbordante.

“Oh Mami”, escrita por Oriol Vila, que se representa hasta noviembre en el teatro Amaya de Madrid, es un vodevil moderno aunque conectado con la tradición del género que llega a «Casa con dos puertas mala es de guardar», de Calderón, por ejemplo, con seis personajes que entran y salen, equívocos, música, y desatados gritos de placer en el altillo. La comedia tiene un humor que invita a la sonrisa, no a la carcajada. Y mezcla bien ese humor con los momentos de tensión y drama, que los hay, con un indeseable que habitaba apaciblemente en la hipocresía del engaño a su mujer y luego trata de arrebatar el bebé de la pareja bajo el argumento de que ella “trabaja en un prostíbulo”. Pero impiden su propósito la solidaridad de los demás personajes e incluso del público.

«Oh Mami» es, pues, una comedia desenfrenada, gamberra y risueña. Y ya en la calle, cerca del teatro, hay una tienda de juguetes para chicas con un cartel en la puerta que dice: “Te mereces un buen orgasmo y lo sabes”. La vida, por delante de la ficción. Pero, en el teatro, “Oh Mami” tiene un final feliz. A veces con chorros de felicidad.

(Publicado en Andalucía Información)