una obra poética, romántica, triste y plena de humor amargo y salvaje
«Una luna para los desdichados» de Eugene O’Neill no es solamente una gran obra del teatro estadounidense, sino del teatro mundial. Es una obra poética, romántica, triste y plena de humor amargo y salvaje. Durante un día y una noche de luna llena, todos los personajes ríen y bromean mientras sus corazones saltan hechos pedazos. Una elegía dedicada por Eugene O’Neill a su desdichado hermano James.
Con Marcè Pons, Goska Lasaosa, José Pedro Carrión, Eusebio Poncela y Ricardo Moya integrando el elenco, es una producción del Teatro Español con dirección de John Strasberg y versión de Ana antón Pacheco, que estará en Naves del Español Matadero Madrid del 29 de marzo al 27 de mayo.
Los personajes solamente podía crearlos O’Neill. Son irlandeses asentados en los Estados Unidos: Jim Tyrone, el hijo mayor de un actor rico y famoso, un hombre perdido, que conocimos anteriormente en la gran obra autobiográfica de O’Neill, Largo viaje hacia la noche, quien, en realidad, es el hermano mayor del propio autor. Está enamorado de, Josie, la hija de un pobre granjero inmigrante irlandés, Phil Hogan, aparcero en las tierras de los Tyrone. Durante un día y una noche de luna llena, todos los personajes bromean y ríen mientras sus corazones saltan en pedazos. De hecho, esta obra es una elegía dedicada por Eugene a su desdichado hermano James.
«Una luna para los desdichados» (1943) fue la última obra larga que escribió Eugene O’Neill estando ya muy enfermo a causa de una afección que le producía tal temblor en las manos que apenas podía sujetar la pluma. Sin embargo, durante este período consiguió escribir tres de sus más grandes obras, «Aquí está el vendedor del hielo», «Largo viaje hacia la noche» y l»Una noche para los desdichados», la última de ellas. Con anterioridad había obtenido cuatro premios Pulitzer y el Premio Nobel de Literatura.
«Creo que algunos dramaturgos son los fundadores y los cimientos del teatro de su país. En Shakespeare radican los fundamentos del teatro británico, en Moliere y Racine residen los del teatro francés y Lope de Vega es el germen del teatro español. Los dramaturgos definen el tipo de trabajo que actores y directores de cada cultura deben llevar a cabo para poder ser apreciados como representantes de sus grandes artistas. Eugene O’Neill y Tennessee Williams son los fundadores del teatro de los Estados Unidos», afirma John Strasberg. «La obra de O’Neill es tan profundamente personal, íntima y poéticamente realista que todo actor y director estadounidense ha de ser consciente de que, si desea ser respetado como artista, ha de ser, por su parte, profundamente personal, sincero y auténtico. Eso es exactamente lo que deseo que sea este montaje: intensamente natural y genuino. Que, noche tras noche, se mantenga vivo, irradiando experiencia personal e intuición. He intentado inculcar este concepto en el proceso de ensayos para que los actores, dentro del armazón del texto, no sepan exactamente lo que ninguno de ellos va a hacer. Yo quería poner en pie un montaje moderno, sin atender, como es costumbre, a las descripciones tan detalladas que O’Neill escribió en sus muy exhaustivas y copiosas acotaciones. Espero haber creado un mundo donde la obra y sus personajes se muestren como individuos que el público pueda reconocer como parte de su propia experiencia» añade.