El Teatro Sanpo de Madrid cumple 40 años con el estreno de «Mujercitas», una adaptación del famoso libro de Louise M. Alcott, una producción original con acento eminentemente femenino.

Es Navidad y las jóvenes March deciden que, como no tienen demasiado dinero, lo juntarán todo para comprarle a su madre un detalle con el que agradecer todo lo que hacen por ellas. Su madre, en respuesta, le regala a cada uno, un librito lleno de consejos y de ideas para que cada una trabaje en sus defectos y pueda mejorar sus virtudes. Y es que cada una de las March tiene sus propios pecados contra los que deben combatir: Jo es demasiado agresiva y espontánea, Meg es muy envidiosa, Amy vanidosa y Beth es simplemente la santa del grupo.

La veterano Ana María Boudeguer es la directora de escena de este nuevo espectáculo original que cuenta con un reparto femenino de altura en el que se combinan la veteranía de Karmele Aramburu y Natalia Jara con la frescura que supone la incursión en la sala de nuevas caras como la de Marina Damer, que ya ha participado en los últimos montajes de la compañía residente del Teatro Sanpol. Completan el elenco Inés Alba, Carla Moro, Mireia Martínez y Mario Jiménez.

«Mujercitas» es una historia que muchas generaciones de lectores han disfrutado y que ha influido en la vida y carrera de numerosas escritoras, cineastas, dramaturgas. Y mujeres. Por amor, admiración y empatía a estas mujercitas en las que su autora Louisa May Alcott proyecta su vida, el Teatro Sanpol, cumple el sueño de ponerlas en su escenario en este 40 aniversario de su andadura.

Es esta una historia de crecimiento personal y moral, de la fuerza de las relaciones amistosas y para alguna, la necesidad de una plenitud amorosa – Y sobre todo de la fortaleza para enfrentar los desengaños y los momentos trágicos que muchas veces nos depara la vida. La obra está llena de momentos divertidos y entrañables, aunque la relación de las hermanas March, como toda relación de hermanas, tiene continuos altos y bajos.

Mientras crecen, mientras las cuatro van dejando atrás su inocente niñez para entrar en el mundo adulto, varios episodios de sus vidas les van enfrentando a la ardua tarea de crecer y madurar asumiendo la responsabilidad ante la libertad de elegir. Muy jóvenes aun la vida les va enseñando lecciones de gratitud y modestia, de arrepentimiento y perdón. Y así, sus muchos momentos de alegría, de buen humor y de cariño se ven salpicados por la amenaza de la pobreza y de la enfermedad, por el terror a una guerra que no entienden y por la necesidad de trabajar a tan corta
edad para sobrevivir.

A través de 150 años “Mujercitas” se he convertido en un clásico. Y como tal ha sido leído con la óptica que iba dando el tiempo, como una novela sentimental, o como una historia infantil o como se la ve ahora, como una proclamación de un temprano feminismo libertario. Hasta se la ha tildado de novelita cursi y facilona por quienes rechazaban y aun rechazan el que las mujeres sean capaces de vivir la vida que han soñado vivir. Nada más lejos de la realidad. La novela fue capaz de romper y enfrentar las reglas y la descripción de la mayoría de los personajes femeninos de la época.

Louise M. Alcott expone en sus cuatro mujercitas cuatro maneras diferentes de asumir su papel de mujer. Desde la más tradicional feminidad hasta el feminismo. Todas maneras validas, para la autora, que a través de sus escritos se posiciona por la libertad de las mujeres de elegir que quieren y como quieren ser.

La repercusión tan grande que el libro y especialmente el personaje de Jo tuvo en tantas niñas y adolescentes durante más de cien años seguramente se deba a que la novela, aunque fue escrita por encargo al que Louise M Alcott se rebelaba, contaba la historia basándose en su propia vida, en sus experiencias por haber crecido junto a tres hermanas, a quienes describe y refleja en su libro. Por lo que su realismo partía desde muy dentro de su memoria y de su corazón.

Aunque en esta ocasión el Teatro Sanpol estrene una producción de texto, la música original no faltará de la mano de un habitual en la casa: Miguel Tubía. Chechu García se vuelve a encargar de la escenografía como ya hiciera en montajes tan emblemáticos como «Caperucita Roja» que volverá en 2023 a la sala dentro de esta gran celebración por cuatro décadas levantando el telón. Víctor Ramos en la coreografía y movimiento escénico y Arturo Vázquez en la ayudantía de dirección y diseño del cartel son parte de este equipo. El ganador del Premio Max, Nicolás Fischtel, se encargará de nuevo del diseño y dirección de iluminación.