El pasado 18 de agosto falleció en una residencia de Albany, Georgia, la actriz estadounidense Virginia Patton. Tenía 97 años y su muerte fue revelada por la funeraria Matthews a medios como The Hollywood Reporter.

Nacida en Cleveland, Virginia era la sobrina del general George Patton (una de las figuras fundamentales de la Segunda Guerra Mundial) y llevaba retirada del cine desde 1950. Al poco de dejar de actuar y formar una familia, Patton se convirtió en profesora de arte y fundó la empresa Patton Corp, dedicada a los bienes raíces. Siempre afirmó quedar muy conforme con su decisión de apartarse del mundo del espectáculo.

Anteriormente, Patton se había marchado a Los Ángeles a principios de los años 40 con el sueño de convertirse en actriz, firmando de inmediato un contrato con Warner Bros. Inicialmente este contrato solo le permitió optar a papeles muy pequeños en producciones del estudio, pero también colaborar con grandes cineastas como Michael Curtiz (en «Janie», de 1944) o Raoul Walsh (en «Un toque de trompeta a medianoche», de 1945). Llegado 1946, Frank Capra decidió ficharla como Ruth Dakin Bailey en «¡Qué bello es vivir!». Patton pasó a interpretar entonces a la mujer de Harry Bailey y, por tanto, a la cuñada de George Bailey: el mítico personaje que interpretaba James Stewart en este clásico navideño.

La cantidad de veces que «¡Qué bello es vivir!» se ha emitido en las televisiones estadounidenses llegada la Navidad motivó que Patton bromeara con que “probablemente he estado en más hogares que Santa Claus”. Tras «¡Qué bello es vivir!» obtuvo por fin un papel protagónico en el western «El jinete negro», de 1948. Tras la comedia The Lucky Stiff decidió retirarse del cine. Su carrera apenas duró una década, pero fue suficiente para participar en un clásico tan imprescindible como el film de Capra.