Alfonso Sastre ha muerto a los 95 años en Hondarrubia, en el País Vasco, lugar al que marchó a residir hace tiempo, cuando le pareció tóxico el ambiente político y cultural que respiraba en Madrid, ciudad en la que nació en 1926. Fue dramaturgo y ensayista. Tuvo duros enfrentamientos con Antonio Buero Vallejo. Buero apostó por el posibilismo, es decir, estrenar obras críticas contra el Régimen para de ese modo ir socavándolo. Sastre era partidario de métodos más contundentes de lucha. Tuvo algún importante éxito teatral. Su obra «La taberna fantástica» constituyó un destacado éxito de crítica y público y permaneció a principios de los 80 mucho tiempo en cartel, en el Teatro Martín de Madrid, con una sublime interpretación de Rafael Álvarez ‘El Brujo’.

     «Escuadra hacia la muerte» es quizás su pieza más emblemática y conoció tristes peripecias en su trayecto hacia los escenarios. A mediados de los 70 publicó el texto la revista teatral Pipirijaina’, que en aquellos años realizó una labor impagable destinada a la difusión de lo que podríamos denominar  teatro de oposición. «Escuadra hacia la muerte» se estrenó en 1953 en el teatro María Guerrero de Madrid. Pero antes de que empezara la tercera función, los censores irrumpieron en la sala y prohibieron la obra. Ninguna compañía profesional volvió a rescatarla. Esta función no regresó a un escenario hasta septiembre de 2015, cuando volvió al María Guerrero con dramaturgia, dirección y escenografía de Paco Azorín.

Alfonso Sastre vivió la guerra civil en un piso de la calle Ríos Rosas, cerca del frente de la Ciudad Universitaria. Tenía 10 años cuando sintió de cerca el horror de los disparos, las bombas y la muerte. Y todo aquello se refleja en «Escuadra hacia la muerte» en mayor medida que en ninguna otra de sus 60 piezas. «Escuadra hacia la muerte» es una obra antibelicista y antimilitarista, aunque para expresar esas ideas el autor escogió lo contrario: la guerra. Pero la guerra como hecho atroz. Se desprende incluso de lo que dice algún personaje: «Entré en la guerra para matar. No me importaba una idea ni otra… Matar». Son seis soldados de pasado oscuro –salvo uno, Luis-, que esperan la muerte cuando llegue el enemigo encerrados en la casa de un guardabosques.  

Paco Azorín, director de aquel montaje, afirmó a la revista El Siglo que la fuerza dramática de esta obra, y de toda la producción teatral de Alfonso Sastre, adquirirá mayor peso cuando pase el tiempo y se olvide «lo que ha dicho y lo que ha hecho» este autor.