El intérprete pasará a la historia por su versatilidad en interpretar parsonajes excesivos

El actor irlandés Peter O’Toole, que dio vida al coronel T.E. Lawrence en la mítica película «Lawrence de Arabia», ha fallecido este sábado 14 de diciembre a los 81 años. El intérprete ha hecho historia del cine por su versatilidad. «Era único en el mejor sentido y un gigante en su campo», ha destacado su agente.

El actor falleció este sábado en el hospital de Wellington, en la capital británica, tras sufrir una larga enfermedad. El actor, que comenzó su carrera interpretativa en Bristol y Londres a los 17 años e intervino en películas como «La Noche de los Generales» (1966) o «El Hombre de La Mancha» (1972), recibió un Oscar honorífico en el 2003 tras ocho nominaciones.
De padre irlandés y madre escocesa, su fecha y lugar de nacimiento siempre han estado rodeados de imprecisión, y si bien algunas fuentes aseguran que nació en Connemara (Irlanda), para otros es oriundo de Leeds (norte de Inglaterra). El propio O’Toole aceptaba como fecha válida de su nacimiento el 2 de agosto de 1932.
En lo personal, O’Toole maltrató su salud con una confesa adicción al alcohol, y su dependencia del whisky le situó en 1976 al borde de la muerte, cuando le tuvieron que extirpar parte del estómago y el intestino.
Como actor, era infinitamente versátil. Y en el terreno personal un extravagante nato y decidido. Fue Periodista antes que actor, -llegó a ejercer de reportero en un diario local-, y fue también muchas otras cosas más: por ejemplo, trabajó en una fábrica de cartones y se enroló como marino en la Royal Navy, desde los diecinueve a los veintidós años.
Pero en ese periplo vital disperso y tan suyo se le cruzó el Teatro. Ingresó primero en la Royal Academy of Dramatic Arts (RADA) Allí coincidió con lo más florido y granado de la profesión, esos grandes, eternos, monstruos de la escena y la pantalla llamados, sin ir más lejos, Albert Finney, Alan Bates y Richard Harris, su gran amigo; entre todos ellos formaron una generación de actores que dieron nuevos bríos al siempre bien vitaminado Teatro británico. Pero con ese valioso prestigio a cuestas a Peter O’Toole no se le ocurrió otra cosa que pasar varios años en el Old Vic Theatre de Bristol antes de optar por el Cine. Y no eligió su debut en una de aventuras, «Los dientes del diablo” (1960) del consagrado realizador Nicholas Ray y junto a un compañero de reparto muy popular, Anthony Quinn. No lo eligió, más bien habría que decir que lo eligieron a él; y encima, para un papelín de nada, apenas visible, de puro discreto.
En lo personal, O’Toole maltrató su salud con una confesa adicción al alcohol, que compartió con un grupo de inolvidables actores británicos que, tras bajarse de las tablas cada noche recorrían pubs y garitos londinenses, cerándo uno tras otro, una dependencia del whisky le situó en 1976 al borde de la muerte, cuando le tuvieron que extirpar parte del estómago y el intestino.