SU FALLECIMIENTO SE PRODUCE POCAS HOAS DESPUES DEL DE INGMAR BERGMAN

Michelangelo Antonioni, director de una cuarentena de películas, entre las que destacan «Blow up», «La noche», «El desierto rojo», «Zabriskie Point» o «El reportero», que rodó en localizaciones españolas, falleció ayer lunes día 30 en su casa de Roma, muy pocas horas después de la muerte Ingmar Bergman, en un día de luto para el cine europeo.

Michelangelo Antonioni había nacido el 29 de septiembre de 1912 en Ferrara, al norte de Italia, en el seno de una familia adinerada. Estudió Ciencias Económicas en la Universidad de Bolonia, con brillantes resultados, además de música, teatro, bellas artes y literatura antes de trasladarse a Roma en los primeros cuarenta. Trabajó como crítico para publicaciones como «Il Corriere Padano» y «L’Italia Libera» y se formó como director en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Cinecittà, uno de los puntales de la resistencia contra el fascismo.

Allí conectó con otros cineastas con quienas entraría años después en los anales del séptimo arte: el padre del neorrealismo, Roberto Rossellini, o Federico Fellini. Tras rodar varios cortos y debutar como director en clave neorrealista, el personalísimo cine de Antonioni evolucionará y discurrirá por otros derroteros. En contraposición al Fellini que glosaba a las clases obreras y a los inadaptados sociales, Antonioni se fija inicialmente en las élites y en la burguesía urbana.

Tras colaborar con Marcel Carné como ayudante de dirección y con Roberto Rosellini, para quien escribiría el guión de «El retorno de un piloto», Antonioni rueda a partir de 1950 sus primeros largometrajes: «Diario de un amor robado» (1950), «El viento» (1952), «La dama sin camelias» (1953), «Las amigas» (1955) o «El grito» (1957). Poco a poco se va alejando paulatinamente de la simple crónica neorrealista y de los ambientes burgueses para narrar el malestar existencial de las clases proletarias en cintas como «El grito», con las que realiza sombrías radiografías del espíritu humano.

MONICA VITTI

Diez años después, con un cambio de registro que marca el inicio su etapa de madurez, ganaba en Cannes el Premio de la Crítica con «La aventura», su primer trabajo con la actriz Mónica Vitti, a quien convertiría en musa, talismán y amante durante una década. Apoyado en la poderosa imagen de Vitti, desarrolla a partir de entonces su singular lenguaje cinematográfico en películas como «La noche»(1961), «El Eclipse» (1962) o «El desierto rojo» (1964) que le proporcionó en 1964 el León de Oro del festival de Venecia. Con estos tres títulos renueva el cine italiano mediante unas protagonistas femeninas que a través de la introspección describen la pérdida, la derrota y el desasosiego, lo que el mismo Antonioni describió como «incomunicabilità» (incomunicabilidad), y le hacen traspasar fronteras.

LONDRES

En 1967 retrata Londres en plena ebullición poo en «Blow up», su primera película en inglés, con la que gana la Palma de Oro en Cannes y recibió la nominación al Oscar al mejor director, pero la estatuilla dorada no la obtuvo hasta 1995, cuando recibió el premio a toda su carrera. Tras «Blow up» viaja a Estados Unidos donde dirige otra de sis películas más míticas, «Zabriskie Point», símbolo de la generación hippie de finales de los 60.

En 1975 filma, en parte en localizaciones españolas, «El reportero», con Jack Nicholson y Maria Schneider. Le seguirán «El misterio de Oberwald»(1980) o «Identificación de una mujer» (1982). Todas sus películas tenían el denominador cumún del desarraigo, la derrota, el amor imposible, las soledad y la incomunicación.

PARALITICO

En 1985 sufre un derrame crebral que le deja semi paralítico y con dificultades para hablar. No por ello deja de rodar. En 1995 rueda con la ayuda del alemán Wim Wenders («ha sido mis manos y mi voz», diría entonces Antonioni), «Más allá de las nubes». Su última película es uno de los tres episodios de «Eros», que dirigió en 2004. En 1995 recibió el Oscar honorífico de manos de Jack Nicholson, su actor en «El reportero».