La actriz vuelve a desmentir declaraciones anteriores diciendo diego donde dijo otra cosa
Tiene fama de ser tan bella como arrogante y antipática. No cae bien y cada vez que abre la operada boca dice una bobada, del calibre de las paridas de Eva Longoria o Jessica Simpson, las últimas bobonas de Hollywood. Ahora la bella Megan Fox ha vuelto a meter la pata y ha desmentido unas declaraciones anteriores.
La biografía de Megan Denise Fox, 26 años de la cosecha de Tennessee, es poco apasionante y salvo los dos primeros «Transformers», sus demás filmes han sido unos flamantes fracasos, siendo algunas destinadas directamente a DVD («Jonah Hex», en el que era la prostituta Lila, junto a Josh Brolin y John Malkovich). Asegura la leyenda que se llevó a matar con su director, el mediocre Michael Bay (del que se rumorea que es hijo del desaparecido John Frankenheimer), quien la descartó para la tercera entrega de la saga como Mikaela Banes.
Por si fuera poco, durante aquellos años (2007 a 2009) entraba y salía con el fornido Brian Austin Green, en una relación turbulenta.
Hace poco, su compañero de reparto Shia LaBeouf confesó haber tenido una relación del tipo bíblico con la bella de ojos verdes, mientras ella se comprometía en matrimonio con su novio. Estas declaraciones han coincidido con el momento en que la bella y la bestia se han casado, con el consiguiente revuelo. Desde hace dos meses esperan su primer hijo (él tiene uno de una relación anterior), pero ni confirman ni desmienten.
Es leyenda que cuando abre la boca es para decir una tontería. Y ahora en el número de abril de la revista francesa «Jalouse» ha vuelto a meter la pata y ha sido acusada de sufrir de complejo de superioridad. ¿La declaración que ha encendido la polémica? «Vivo muy a gusto con mi imagen, no me quejo, no me cambiaría por una chica fea». Ahora manifiesta que no dijo tal cosa y que la frase estaba fuera de contexto. Naturalmente, lo ha desmentido via Facebook.
Y que sus intenciones se habían perdido en la traducción al francés. Ha declarado: «mis palabras han sido distorsionadas de forma intencionada para hacerme daño. Obviamente, la entrevista se mantuvo en inglés. Jamás realicé declaraciones tan pávidas, que están en contradicción con lo que soy: una crítica feroz conmigo misma». Desde Jalouse, donde le han dedicado una portada arrebatadora, como de costumbre, han manifestado: «En nuestro número más reciente, desafortunadamente se produjo un malentendido a la hora de la traducción. Nos arrepentimos del daño que la podamos haber causado».
La vida y milagros de la arrogante Fox, con sus salidas de tono, son seguidas con delectación por sus detractores. Cómo cuando se tatuó una imagen gigante en el brazo de Marilyn Monroe «es un ejemplo a seguir para cualquier mujer o actriz» para borrársela más tarde: «fue una mujer inestable y bipolar. No quiero llevar esa imagen negativa conmigo». El eterno ahora sí y ahora no -tipo Belén Esteban y su camarero Fran- con Austin Green y la salida de tono de Shia LaBeouf, un actor joven que no se calla ni debajo del agua. O cuando negó el saludo al estupendo Seth Rogen («Lío embarazoso», «Virgen a los 40», la próxima y deliciosa «Take That Waltz») en el programa de David Letterman. Su guerra a muerte con Michael Bay o sus posteriores pufos fílmicos como «El cuerpo de Jennifer», de la mismísima Diablo Cody.
Forjada en la televisión, su carrera cinematográfica no contiene hitos remarcables. Si acaso, el cameo de cinco segundos como objeto sexual de Sacha Baron-Cohen en «El dictador» o sus poses atrevidísimas para la ropa interior mínima de Giorgio Armani. Tras la metida de gamba de «Jalouse», se espera con anhelo el próximo bache hondo en el que caerá hasta el fondo. Y es que no se puede estar constantemente desmintiendo, diciendo Diego donde dijo otra cosa. Quizá lo mejor es aconsejarle que disfrute del embarazo y se tome un descanso de alfombras rojas y titulares absurdos.