SU TRAYECTORIA INCLUYE MÁS DE 60 PELÍCULAS Y 25 AÑOS DE PROFESIÓN

Previamente al acto presidido por el ministro de Cultura, César Antonio Molina, Maribel Verdú confesó que este premio le hacía «tanta, tanta ilusión» que cuando supo que era la galardonada este año sintió «vértigo y miedo». «Me hace ilusión porque, quizá, me la merezca un poquito», dijo la actriz, que ha logrado un galardón que antes consiguieron Sara Montiel, Concha Velasco, Ana Belén y Geraldine Chaplin.
Con más de 60 películas en 25 años de trayectoria profesional, Verdú, que ha trabajado con cineastas como Vicente Aranda, Montxo Armendáriz, Fernando Trueba, José Luis Garci y, más recientemente, con Francis Ford Coppola en ‘Tetro’, agradeció la Medalla, porque es un premio que le dan los compañeros de profesión y porque antes lo han recibido personalidades «referente» y a los que ha admirado, como Carlos Saura, Fernando Fernán-Gómez o José Luis Borau.
Verdú, que actualmente trabaja en teatro, en la obra que ha sido su debut sobre los escenarios (‘Un Dios salvaje’), reconoció que lleva un año en el que le han dado «todo». El Goya tras cinco nominaciones o la selección de la película de José Luis Cuerda ‘Los girasoles ciegos’ para representar a España en los Oscar son algunos ejemplos.
«Espero que la Medalla de Oro sea un broche de oro y espero que no me cojan manía», afirmó la actriz, que dijo sentirse «culpable» por estar recibiendo tantos reconocimientos en poco tiempo. «No quiero que me cojan manía», subrayó Verdú, que empezó 2008 «estupendamente bien» y con este último premio dijo conformarse, de momento.
La protagonista de filmes como «Amantes», la oscarizada «Belle Epoque», «El laberinto del fauno», «Oviedo Express», «Y tu mamá también» o «Siete mesas de billar francés», entre otras, considera que su aportación al cine es «algo subjetivo» para muchos, en un país donde sólo se reconoce que «Hamilton o Nadal son los números uno». «Mi aportación es el entusiasmo y la suerte de haber trabajado con directores geniales», afirmó, dando las gracias a aquellos realizadores que han confiado en ella.
RICARDO FRANCO
Si tuviera que quedarse con alguno de ellos, lo haría con Ricardo Franco, con quien hizo «El sueño de Tánger» y «La buena estrella», que marcó «un antes y un después» en su carrera. «Ricardo Franco fue todo para mí. Cada vez que me pasa algo bueno, siempre pienso en él, porque sé que se alegraba de las cosas buenas que me pasaban. Él ahora estará feliz con todo lo que me está pasando», apuntó una mujer que además de a Franco lleva siempre en su recuerdo a su abuela, también fallecida.
En cuanto a su mejor trabajo, Verdú, quien restó importancia a la oportunidad de rodar con Coppola («ha sido una experiencia estupenda, pero he aprendido a relativizar todo y tener la cabeza en su sitio, porque lo que importa es el recorrido, no el resultado final», dijo) señaló también que ha hecho «barbaridades tan grandes» que siempre pensó que tenía una estrella.
UN PARACAÍDAS QUE SIEMPRE SE ABRE
González-Sinde había dicho con anterioridad en su discurso que «el paracaídas de Maribel debe de ser fantástico, porque se abre siempre». A la actriz le gustó esa afirmación. «Llevo 25 años de carrera y he hecho de todo. Creo que (Antonio) Resines y yo somos de los que han hecho cosas inhumanas y hemos salido de ello», dijo, recordando cuando, por ejemplo, presentó «Verano de estrellas» con José Luis Moreno, espacio del que Trueba la rescató para rodar «Belle Epoque».
Verdú, que se define como una mujer normal y corriente («ahora me voy a hacer la compra, que tengo que comprar unas cosas de limpieza, me echaré la siesta y me pondré monísima para esta noche, de largo y con cola», precisó) afirmó que el éxito no le ha hecho perder la cabeza. «No me creo nunca nada y me rodeo de gente con la cabeza en su sitio», afirmó.
Sobre la Medalla de Oro, con la que posó para los fotógrafos durante minutos ante los múltiples flashes, reconoció que es sólo un premio. «Sólo tengo cacharros de estos -dijo en referencia a las estatuillas-, pero no me han dado premios en dinero», bromeó la actriz, de la que los académicos valoraron su capacidad de unir dos generaciones del cine español.
«Es una maestra en la habilidad de ponernos en contacto con nosotros mismos, en sugerir, en ocultar, en escuchar y en hacernos ver lo que a su personaje le está pasando», dijo González-Sinde, quien consideró que Verdú es «la actriz española más popular, más respetada y más querida de su generación».