El estremecedor montaje de «Solo son mujeres” sale de gira por España tras su estreno en el teatro de La Abadía de Madrid

«Solo son mujeres” es un espectáculo que araña las entrañas del espectador, aunque realmente se trata de una caricia, una maravillosa, conmovedora y desafiante caricia estética destinada a remover las conciencias. Es la Memoria Histórica desde la perspectiva de las mujeres que vivieron los primeros años del franquismo tras haber apoyado al bando republicano.

«Solo son mujeres”, de Carmen Domingo, con una dirección excelsa de Carme Portacelli, se ha representado en el Teatro de La Abadía de Madrid y ahora ha emprendido una gira por varias ciudades españolas, entre ellas Castellón.

Carme Potacelli ha hecho un montaje vanguardista valiéndose de los elementos que le aporta la nueva vanguardia: texto, danza, música en vivo, canciones y proyecciones audiovisuales. La estética del espectáculo es sublime, pero no se trata de una función esteticista, sino que lo importante es lo que se cuenta. Que resulta devastador. Más aún si está basada en hechos reales. No hay datos del número de mujeres que murieron fusiladas o en las cárceles del franquismo como presas políticas. A los hombres se les consideraba presos políticos. A ellas, no. Recibían trato de delincuentes comunes o prostitutas. Aunque las torturas eran las mismas. «Aun siendo mujer me castigáis como a un hombre. Eso me honra”, se dice en la función.

Una mujer, al ser encarcelada, le comenta al soldado: «No me podéis separar de mi hijo; porque mi hijo está tomando aún el pecho”. Y el militar responde: «Pues no haber tenido hijos, haberlo pensado antes; los rojos no podéis tener hijos”. O la historia de Matilde Landa, una líder que era un referente entre las mujeres encarceladas en su penal. Las monjas que dirigían aquella cárcel intentaron convencer por todos los medios a Matilde Landa para que se bautizara, a fin de dar ejemplo a las demás mujeres. Pero siempre se negó. Y vio cómo torturaban por eso a sus compañeras. O como dejaban sin comer a los bebés, que morían. Finalmente, Matilde se lanzó por un balcón. «Solo son mujeres” intenta recuperar la memoria de tanta heroína sin nombre que aún yace en una cuneta anónima de alguna carretera.

La interpretación de Miriam Iscla en su monólogo, en su paso de un personaje a otro en décimas de segundo, es sencillamente extraordinario. Como la aportación de Charo Campo en los bailes: Es como si hablara con el cuerpo. Y la música en vivo que aporta Carmen Conesa. Estas actrices, la noche que asistimos a la función en El Abadía, tuvieron que salir hasta cinco veces a saludar a un público que ovacionaba constantemente, emocionado.