Sinopsis
«Blitz» es un libro envolvente, emocionante y suave. Beto, arquitecto paisajista, viaja a
Munich en compañía de Marta, su novia y colaboradra, de 27 años, tres menos que él, para
exponer en un congreso un proyecto de jardín adornado con relojes de arena. Pero en un
restaurante, mientras ella espera en una mesa y él se encuentra junto a la barra, recibe un
mensaje de Marta que no va destinado a él. La vida cambia cuando los mensajes de amor no son
para ti, piensa Beto. El sms dice: «aún no le he dicho nada. me cuesta tanto. uff. tq”. Beto
piensa entonces que hay palabras para el amor y otras para el desamor. Y con esas palabras
para el desamor está construida esta novela llena de melancolía, dolor, pérdidas,
reencuentros, soledad y risas.
«Blitz», que en alemán significa relámpago, es la esperada nueva novela de David Trueba
desde «Saber perder» (2008), aquella historia llena de perdedores y fútbol. Pero entre un
libro y otro, el autor ha tenido tiempo para ganar premios como los seis Goya, entre ellos al
de Mejor Película, para «Vivir es fácil con los ojos cerrados» (2014), o para publicar un
volumen, «Érase una vez», que recopila sus artículos periodísticos.
Es «Blitz» un libro intenso, en el que no pasa nada, en el que pasa todo, que se lee con
placer, con emoción: un libro escrito con una prosa que provoca adicción, que se bebe como los
amantes protagonistas apuran el último vodka de la noche antes del amor. Está escrito en
primera persona, por lo que el lector conoce todo desde el punto de vista del protagonista.
Hay en el estilo de la prosa mucho David Trueba, que incluso se permite construir alguna
greguería: «El siete es un uno obligado a levantar la cabeza”.
Marta regresa a Madrid para reencontrarse con su ex novio, «un cantautor uruguayo, un
tipo arrogante pese a su éxito de escala manejable” -según Beto-, rota ya la relación de cinco
años entre ambos, y él permanece unos días más en un Munich frío y desconocido, flotando sobre
su naufragio sentimental, tratando de olvidar a Marta, pero recordándola obsesivamente,
permanentemente, la energía que le transmitía, su cuerpo poderoso y ausente, incluso mínimos
detalles de su físico, como «las cejas que daban un valor único a su rostro, con un aire entre
Frida Khalo y una joven Ángela Molina”. Pero entonces surge Helga, que trabaja como voluntaria
en traducción en el congreso al que asiste Beto, una alemana de 63 años, jubilada, separada
desde hace mucho tiempo, y los dos se unen como figuras de un museo de la soledad. Beto siente
cierto rechazo físico hacia Helga por la diferencia de edad, pero lo envuelve una fuerte, casi
incontenible atración sexual hacia ella, hacia su cuerpo decadente pero atractivo, con la
fascinación de lo desconocido, de lo que le resulta una novedad aunque se trate de una piel
ajada por los años. Helga supone una construcción literaria sólida y contundente.
Pero por las páginas de «Blitz» también pasa la corrupción, el tiempo implacable que
devora a los personajes «que parecen deslizarse dentro de un reloj de arena”, el amor al cine,
o la dura crisis económica en una historia llena de crisis de todo tipo. Los problemas de la
economía se mencionan recurrentemente: «Había en Munich estudiantes jóvenes que soñaban con un
trabajo en el primer mundo ahora que la economía en nuestro país estaba en crisis”. Pero se
trata, por encima de todo, de un libro sobre el desamor, la soledad, el abandono y la búsqueda
de compañía en unos personajes brutalmente heridos. Helga, con su resignada inteligencia, lo
define así: «El dolor es una inversión”.
(Artículo publicado en «La sombra del ciprés», de El Norte de Castilla)