«Las ideas (El lugar sin límites)», de Federico León se instala durante cuatro días en el Valle Inclán de Madrid

Un artista y su colaborador trabajan en el estudio de este último desarrollando diferentes proyectos artísticos. Lo que parece ser el encuentro informal entre dos amigos se convierte paulatinamente en una intensa jornada creativa. Esta es la propuesta de «Las ideas», que se encuadra dentro del ciclo Dramaturgias en movimiento denominado «El lugar sin límites», que entre el 2 y el 5 de julio se instala en el Teatro Valle Inclán de Madrid.

Con texto y dirección de Federico León, la obra está interpretada por Pablo Gasloli, Alejandro Ini, Barbara Irisarri, Alejandra Manzo, Maitina De Marco, Ana María Monti, Antonella Querzoli, Patricia Russo, María Laura Santos, José María Seoane, Alfredo Staffolani, Martín Tchira, Emanuel Torres y Gabriel Zayat.

La obra tiene lugar sobre una mesa de ping-pong desordenada que el artista y su colaborador utilizan como mesa de trabajo. Allí también se proyecta el escritorio de un ordenador. Podemos ver registros de ensayos, material de otros proyectos en diferentes estadios creativos, ideas para futuras obras, ideas que se les ocurren en el momento y que se van incorporando, y también otras que se descartaron y están tiradas en la papelera del ordenador. Sobre la mesa de ping-pong, artista y colaborador tienen un constante intercambio – un ping-pong – de ideas y teorías.

El espectador es invitado a seguir este proceso desde dentro y en tiempo real: cómo surgen las ideas; qué mecanismos se activan para ponerlas en práctica; hipótesis y teorías son a su vez analizadas, observadas y confrontadas. Todo aquello que el espectador ve se transforma en material posible para una obra. A veces cuesta diferenciar qué forma parte de sus vidas y qué de la experiencia artística.

Por un momento podemos entrar en la cabeza de un artista y sumergirnos en sus ideas a través de su ordenador. Vemos cómo escribe, borra, corrige y navega por internet. Conocemos sus archivos, su forma de asociar, su modo de ordenar, organizar y también de desordenar. El ordenador se convierte en un personaje más.

Artista y colaborador se someten a pruebas en las que buscan determinar qué debería ser lo real en una obra o qué es necesario generar para que la obra parezca real. Por ejemplo, ¿en una escena en la que se bebe whisky es conveniente que sea whisky de verdad o resultaría mejor tomar té que simule ser whisky? Mientras el espectador es confrontado con estas preguntas, ve a los actores tomar algo que parece whisky sin saber cómo lo resolvieron, ¿será whisky, será té? ¿Se emborracharán en cada función?

La obra permite poner en tela de juicio preconceptos sobre la ficción. El espectador no sabe cuál fue la decisión que artista y colaborador tomaron para llevar a cabo la obra. ¿Cómo hacer, por ejemplo, para que los espectadores asuman que el dinero que aparece en escena es verdadero? ¿Habría que utilizar un detector de billetes falsos? ¿Pero cómo saber si el detector de billetes falsos es real? ¿Con un detector de detectores? Las preguntas se van multiplicando generando nuevas inquietudes.

Las ideas trabaja los límites entre realidad y ficción. Pone en escena la intimidad de un proceso de creación. Se trata de un proceso similar al que Federico León (autor y director) podría atravesar en sus obras junto a Julián Tello (actor y colaborador). Las ideas podrían ser sus ideas pero no son necesariamente sus ideas. Ellos son ellos pero al mismo tiempo hacen de sí mismos.