Victoria Duffy acusa a los hijos de Dennis Hopper de «divorciarla» en el lecho de muerte

Dennis Hopper ha cumplido casi todas las máximas de su generación, la que compartió con James Dean, su compañero de reparto en «Rebelde sin causa»: vivir rápido, morir joven y tener un cadáver aparente. Hopper cumplió al pie de la letra la primera premisa. Su vida ha sido una auténtica montaña rusa en la que se han mezclado cinco esposas, numerosas amantes y líos femeninos sin fin, años de drogas, mescal, alucinaciones, agujeros negros, películas olvidables y obras maestras («Terciopelo azul», «Apocalypse Now», «Easy Ryder», «El amigo americano»).

Lo que ya es seguro es que este hombre ahora tranquilo, que parecía felizmente casado con su quinta esposa Victoria Duffy (su matrimonio con la bellísima Michelle Philips de «The Mamas and the Papas» duró ocho días), gran coleccionista de arte y fotógrafo reputado, no morirá joven, ni su cadáver lucirá aparente.

A sus 73 años y tras descubrírsele el pasado año en octubre un cáncer de próstata, parece ser que Hopper (Dodge City, Kansas, 1936) vive sus últimas semanas sumido en el estupor de las drogas y calmantes y la polémica, al querer divorciarse de la más joven Duffy, de 42 años, echarla de su mansión californiana, prohibirle verle en el hospital o en su lecho de muerte y reclamar la custodia de la hija de ambos, Galen, de apenas seis años. La última vez que Hopper estuvo hablando en público fue en el penúltimo Cannes cuando estuvo del brazo de Wim Wenders (el que le convirtiera en «El amigo americano») y su «Palermo Shooting», un film unánimemente pateado. Hablé con él en Cannes con este motivo y estaba delgadísimo, puro en mano, con un fabuloso traje de lino de color marfil y una honestidad a prueba de bombas.

En «Palermo Shooting» interpreta, irónicamente, a La Muerte. En «Elegy», de Isabel Coixet, es el amigo del personaje de sir Ben Kingsley, que sufre un infarto que le lleva a la agonía. Ahora, a las puertas de La Parca, recuerdo que me dijo en la Costa Azul: «El mejor villano he sido siempre yo mismo». Sin quererlo, la polémica le va a acompañar hasta el final. Victoria Duffy ha contraatacdo, acusando a los hijos mayores del actor -Marin, Henry y Ruthanna- de conspirar contra ella para apartarle de su marido y el legado del testamento. En los documentos que los abogados manejan para el súbito y sorprendente divorcio de una pareja desde 1992 juntos y casados desde 1996, Duffy alega que Hopper no desea separarse y que se ve obligado por sus hijos mayores.

Duffy acusa a Hopper de fumar marihuana en presencia de su hija y de estar todo el día portando armas cargadas en su mansión de Venice Beach. También le acusa de haber permitido a la niña de ver una película suya antigua con escenas de sexo muy gráfico. Duffy dice que Hopper no sabe cómo comportarse con una cría de seis años y que las medicinas y drogas medicinales que toma por prescripción médica han anulado su voluntad y razón. El cáncer de Hopper fue detectado hace diez años pero parece ser que en las últimas semanas una metástasis lo ha reproducido por otras órganos vitales. El actor necesita de cuidados de enfermería durante 24 horas y su estado se deteriora a cada momento, esperándose pronto el fatal desenlace.

El actor estuvo hospitalizado el pasado mes de octubre mientras comenzaba la promoción de una serie de televisión, «Crash». Desde entonces, Duffy asegura que ha abusado de ella verbal y psicológicamente. En otro orden de cosas, Hopper deja dos trabajos rodados: «The Last Film Festival», de Linda Yellen, en la que interpreta a un productor cinematográfico, junto a Jacqueline Bisset y «Alpha and Omega», una comedia de Anthony Bell, con Hayden Panettiere, Justin Long, Cristina Ricci y Danny Glover. Pese a ser republicano votó a Obama, su colección de arte se expone en el Hermitage de San Petersburgo y considera a Bigas Luna su «hermano del alma» (rodó con él «Reborn»). La fotografía personal que más atesora es en la cama de un John Ford moribundo.