LA COMPAÑÍA NACIONAL DE TEATRO CLÁSICO PONE EN ESCENA LA PRIMERA MANIFESTACIÓN DRAMÁTICA DE LOS AMORES ENTRE ALFONSO VIII Y LA JUDÍA FERMOSA

«La judía de Toledo» es la primera manifestación dramática de los amores entre el rey Alfonso VIII y la judía Fermosa, llamada Raquel aquí por vez primera. Lope, una vez más, se convierte en el iniciador de un asunto teatral que traerá cola. La obra se representa por la Compañía Nacional de Teatro Clásico con la compañía Micomicón, en el Teatro de la Comedia de Madrid,

El montaje está dirigido por Laila Ripoll y el elenco lo forman Manuel Agredano, Federico Aguado, Ana Varela, Mariano Llorente, Elisabet Altube, Teresa Espejo,Marcos León y Jorge Varandela.

La obra muestra a un rey que pretende ser tan solo un hombre, un monarca que abandona la política para dedicarse a sus intereses personales, un país desgobernado, en crisis, sumido en el abandono y con un peligro a las puertas.

Se trata de una tragedia amorosa, pero también y, sobre todo, una tragedia política en la que es inevitable encontrar resabios contemporáneos. Y Toledo siempre de fondo, con su río omnipresente y sus tradiciones añejas y ancestrales. El Corpus Christi flanqueado por mujeres de peineta y mantilla, uniformes, olor a incienso y balcones engalanados. Un seco Zuloaga con el Alcázar al fondo, pero también toda la jugosa sensualidad de Romero de Torres.

La función es una versión actualizada de este drama de honor y venganza poco representado en el que Lope despliega su portentosa capacidad de versificar al servicio de una trama sin sorpresas y de unos personajes sólidos. Un Lope de alturas shakesperianas en sentencias y observaciones, en matices y veredas de diálogos versificados como ya nadie podría, una pieza en la que Dios manda mensajes al protagonista y todos rezan a una Virgen que llora sangre, pero que relata la loca pasión de un soberano al que únicamente la sangrienta conspiración de su entorno le hace volver a las obligaciones de su cargo.