Por Boquerini

No suele ser habitual que compitan en festivales internacionales documentales msicales. Pero en San Sebastián tenemos dos… por ahora. A la de ayer sobre la música celta de The Pogues, se ha sumando este lunes una historia de amor hacia los sones y la salsa cubana, en torno al desaparecido showman y músico cubano Francisco Fellove. Su título: «El gran Fellove».

Dirigida por Matt Dillon (es su segundo trabajo tras la cámara después de su debut en 2002 con «La ciudad de los fantasmas»), la película recrea la historia del cantante y showman, a través de la grabación de su último albún en el que se implicó mucho Matt Dillon.

A través de una serie de entrevistas, fotografías y videos de archivo, y también mediante las propias imágenes de Matt, la película describe la vida de Fellove como la de un músico en apuros en Cuba, recuerda su tardío éxito en México, y el contagioso amor por la música que mantuvo hasta el final.

Matt Dillon rodó las primeras imágenes de «El gran Fellove» hace 21 años, en 1999. Antes en un viaje a Cuba le llamó la atención un disco de Francisco Fellove. Desde entonces ya no se pudo desenganchar de su música. El actor estadounidense, intérprete de títulos como «Rebeldes» de Francis Ford Coppola, «Drugstore Cowboy» de Gus Van Sant o «La casa de Jack» de Lars von Trier, inició así su historia de amor con la música cubana: “Fellove era un espíritu libre, y creó un estilo increíble de scat afrocubano al mezclar las influencias de los grandes improvisadores estadounidenses —Cab Calloway, Louis Armstrong o Ella Fitzgerald— con ritmos como la guaracha, la rumba, el mambo o el chachachá”, ha dicho Dillon, quien no comparecerá en rueda de prensa hasta este martes.

También esta 68 edición del Festival de San Sebastián ha acogido el estreno de «Druk» del danés Thomas Winterberg, viejo conocido del certamen donostiarra y uno de los creadores del movimiento «Dogma». Protagonizada por Mads Mikkelsen, el filme es una tragicomedia sobre el alcoholismo que parte de la teoría de que todos deberíamos nacer con una pequeña cantidad de alcohol en nuestra sangre, y que una ligera embriaguez abre nuestras mentes al mundo que nos rodea, disminuyendo nuestros problemas y aumentando nuestra creatividad. Aminados por esta teoría, cuatro agotados profesores de secundaria se embarcan en un experimento de intoxicación etílica a lo largo de su jornada laboral. Con unas grandes interpretaciones, el filme logra mantener el delgado límite que va de la comedia a la tragedia, jugando con algo con lo que no se debería jugar, el alcoholismo.