La Compañía Nacional de Teatro Clásico representa, en su sede del Teatro de la Comedia de Madrid, «Antonio y Cleopatra», de William Shakespeare, en adaptación de Vicente Molina Foix bajo la dirección de José Carlos Plaza, con Ana Belén, Lluis Homar, Ernesto Arias, Israel Frias, Javier Bermejo, Fernando Sansegundo, Olga Rodríguez, Elvira Cuadrupani, Rafa Castejón, Carlos Martínez-Abarca, Luis Rallo y José Cobertera. integrando el elenco.

«Antonio y Cleopatra» es una obra crepuscular. Asistimos al final de una determinada concepción política del mundo y, también, al de unas cuantas vidas humanas que no quieren verse manchadas por la indignidad. Vicente Molina-Foix asegura que este es uno de sus “Shakespeares” preferidos, y nos ofrece una versión y traducción profundamente respetuosas con el verso y la prosa del bardo inglés.

El humor, la acción, la total ruptura de las unidades tiempo y lugar, personajes fascinantes mezquinos, grandiosos, profundos superficiales y un lenguaje cautivador, siempre innovador, imaginativo e increíblemente lúdico son los elementos que Shakespeare utiliza para su obra. Dicen que bastaría esta obra para demostrar lo que un autor puede hacer con un tema y convertirlo en teatro.

Entrar en la obra es sumergirse en un mar de vida, de colores y formas. Imaginación reflejada en imágenes enormes, deformadas, engrandecidas, potentísimas frente al orden – la lex romana – la guerra y la ambición del poder.

Pocos textos tan modernos, tan actuales como éste porque nos muestran el retrato de una sociedad que a pesar de sus cambios aparentes continúa actuando impulsada por los mismos motores: el erotismo, el amor, la pasión, la fascinación, la ambición, la envidia, la nobleza, la lealtad, etc. Como motores eternos que Shakespeare nos regala envueltos en este viaje apasionante. Y por primera vez la muerte se nos presenta como algo funesto sino luminoso; como puerta hacia la eternidad, hacia la trascendencia, hacia el auténtico sentido del ser.

Encabezando ese maremágnum dos personajes excepcionales, dos dioses que viajan en su órbita infinita ensombreciendo todo lo que está a su alrededor. Despiertan odio y amor, admiración y resentimiento. Pero ellos viajan por la vida hacia la muerte ajenos la mayoría de las veces a estos sentimientos.

El mundo racional quisiera apagarlos, engullirlos, domarlos pero ellos, ínfimos y supremos, místicos y materiales, profundos y superficiales sigue su viaje como dos cometas que iluminan e iluminarán nuestras vidas. Su estela nunca dejará de brillar.
Shakespeare siempre nos desborda. Su capacidad de entrelazar historia, política, amor apasionado, pulsión de muerte, sentido de Estado, humor y un sinfín de elementos que nos constituyen como seres humanos hacen de esta obra uno de sus grandes hitos dramáticos.

La obra permanecerá en el Teatro de la Comedia de Madrid hasta el 7 de noviembre.