LA OBRA MAESTRA DE AGUSTÍN MORETO LLEGA EN VERSIÓN DE JOAQUÍN HINOJOSA YCON DIRECCIÓN DE CARLES ALFARO

Perteneciente a las llamadas comedias de figurón, «El lindo Don Diego» es una de las obras maestras de Agustín Moreto, cronológicamente el último de los dramaturgos del teatro barroco español. La Comapañía Nacional de Teatro Clásico la acaba de estrenar en su sede del Teatro Pavón de Madrid, donde permanecerá hasta el 17 de marzo. La versión es de Joaquín Hinojosa y la dirección corre a cargo de Carles Alfaro.

Escrita entre 1654 y 1662 recoge, como es habitual en Agustín Moreto, materiales del teatro anterior, dotándolos de una completa revitalización, de tal forma que crea una obra diferente y original, acorde con la nueva sensibilidad de su público.
Con Edu Soto, Javibi Gil Valle, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, Rebeca Valls, Natalia Hernández, Carlos Chamarro, Vicenta Ndongo y Óscar de la Fuente integrando el elenco, muestra como el figurón, en este caso, el lindo, ocupa el eje de la acción y el centro de la feroz crítica del autor y del auditorio. Víctima de una pasión; la vanidad, su comportamiento excesivo, presuntuoso, desordenado, grosero y ciego ante la realidad que le rodea, impregnan todo su entorno que deviene caótico y busca recuperar el orden ideal, provocando así dinamismo dramático. La obra censura además, a través de la figura de su protagonista, la búsqueda exacerbada del provecho propio y la ambición desmesurada.
«El lindo don Diego» tuvo, desde su estreno, un éxito inmediato que traspasó fronteras: Molière la adaptó en su Princesse d´Elide y se pueden encontrar similitudes en obras de autores ingleses de finales del siglo XVII.
Joaquín Hinojosa explica que ha buscado «que las palabras llevasen con la mayor claridad posible su significado al espectador de hoy y también para facilitar la comprensión, suprimiendo la excesiva reiteración de prolijas argumentaciones con las que algunos personajes justifican sus razones. Pero, sobre todo, asumiendo con humildad que, en esta ocasión, mi trabajo consistía en ponerme al servicio de un determinado proyecto de puesta en escena, acomodando el texto a las necesidades -verbales y narrativas, formales y de contenido- que, a lo largo de los ensayos, se fueran imponiendo como específicas de este montaje».