El Centro Dramático Nacional, en su sala grande del Teatro María Guerrero de Madrid, ha estrenado «La cabeza del dragón», una de las obras más desconocidas de Valle Inclán, con dirección de Lucía Miranda.

El María Guerrero convertido en un tablado de marionetas gigante para educación de príncipes, donde los príncipes somos nosotros, el público. Un grupo de actrices y actores menores de treinta y un autor de repertorio canónico, convocados a un duelo de los que le gustaban al autor.

Esta es la historia de un joven (de tantos…) que se rebela ante el designio heredado y comienza un viaje para encontrarse a sí mismo, la lucha perpetua entre la juventud y la imposición de lo establecido, de la autoridad. Y hay amistad, y hay un bar, y un amor imposible, y un cara a cara con la muerte.

Una propuesta wagneriana, cinematográfica y anacrónica con un elenco integrado por Francesc Aparicio, Ares B. Fernández, Carmen Escudero, María Gálvez, Carlos González, Marina Moltó, Juan Paños, Chelís Quinzá, Marta Ruiz, Víctor Sáinz Ramírez y Clara Sans.

Lucía Miranda reflexiona: «Valle-Inclán escribe en La lámpara maravillosa: “Cuando mires tu imagen en el espejo mágico, evoca tu sombra de niño. Quien sabe del pasado, sabe del porvenir”. Tenía veinticinco años cuando dirigí mi primera obra, fue «La cabeza del dragón» de Valle-Inclán. Voy a cumplir cuarenta, y me sigue interesando. Detrás del cuento de hadas de buenos y malos, detrás de la sencillez de su forma, reside en la farsa un impulso punky de destrucción de los mundos tradicionales, de acabar con la norma establecida. Por algo los críticos de la época dijeron que no era apropiada para el público infantil. La cabeza del dragón» formaba parte del proyecto el “Teatro de los niños” de Benavente, al que Valle acompañó convencido de que en él se encontraba la renovación del teatro nacional. De todos los Valles que podía elegir, elijo el Valle más marginal, el que escribe sobre lo que nadie quiere escribir: la infancia; y propongo un cuento de hadas para adultos».

Y prosigue la directora: «En un momento de profundos cambios en la tradición española, La cabeza del dragón es una invitación a preguntarnos qué es la tradición, cómo decidimos cuál es buena o mala, quién lo decide y cómo construimos las nuevas. ¿Sabemos nosotros del pasado? ¿Cómo nos relacionamos con él? ¿Podemos saber del porvenir? Tal vez, si evocamos nuestra sombra de niños, lo consigamos…» La función permanecera en la Sala grande del madrileño Teatro Valle Inclán hasta el 13 de noviembre.