ES UNA PRODUCCIÓN DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL QUE CONMEMORA EL 150 ANIVERSARIO DE ANTON CHÉJOV
La adaptación del texto la firma Mayorga, que acaba de recibir el Premio Valle Inclán de Teatro, quien ha seguido las pautas de «fidelidad al original y al espectador, con una reescritura leal, desde el amor a Chéjov».
«Platonov» es una obra poco conocida de Chéjov, que el Centro Dramático Nacional coproduce con el Festival Internacional de Teatro Chéjov de Moscú. La obra, «una actuación colectiva», reúne a un elenco de 19 actores encabezado por Pere Arquillué, y en el que destacan, entre otros, Carmen Machi, Jordi Dauder, Mónica López o María Pastor.
El original, de seis horas de duración, se ha dejado en un texto de dos horas y 40 minutos. «No es un trabajo modernizado y se nutre de las experiencias actuales», dijo Vera, destacando que sólo han cortado las alas «a lo costumbrista y al melodrama», asegura Gerardo Vera, director del CDN.
Juan Mayorga habla de «Platonov» como «una obra maestra por la madurez del director para escoger al reparto, que construye una voz colectiva. Es una obra que seguirá montándose en escena dentro de 100 o 200 años».
Platonov cuenta con un «feroz protagonista», al que da vida en escena Pere Arquillué. «Se compara con «Don Juan» o con «Hamlet», pero «Platonov» no siente respeto por nadie. Es un desenmascarado enfurecido, sin proyecto ni utopía, con un carácter destructivo», explica Mayorga.
Para Arquillué Chéjov es «un autor universal: «para mí es la luz. Se trata de una obra coral. Mi personaje tiene humanidad, amor por los otros, es emocional, lo que me ha permitido un juego entre las dos partes que habitan en Platonov». Para el actor, «es una obra de caricias y puñetazos, sin paso intermedio, sobre un personaje que se ama y se odia a partes iguales».
Para Jordi Dauder, «al ser un texto de madurez del autor ruso, pese a su juventud (lo escribió con 21 años). «Platonov» conjuga una parte emocional con otra social que significa la representación de la incertidumbre de la época. Una modernidad apabullante» con un fiel retrato de la sociedad rusa de finales del siglo XIX. Es un fresco donde aparecen todos y cada uno de los prototipos sociales y culturales, seres humanos que se devoran unos a otros», concluye el actor.