Juan Diego Botto ha obtenido el Premio Nacional de Teatro por su trabajo en «Una noche sin luna», que interpreta en solitario, en la que se mete en la piel de Federico García Lorca. Un monólogo estrenado en noviembre de 2020, que ha recorrido España, y que volverá a la carretera la próxima temporada, después de un parón motivado por otro proyecto que tiene a Botto ahora ocupado, «En los márgenes», su primer largometraje como director, que estará protagonizado por Penélope Cruz y Luis Tosar.

“Pocas veces he vivido en el escenario una comunión tan profunda con los espectadores. Es como si cada función de este montaje fuera un viaje que hacemos todos juntos”, ha dicho Botto tras conocer el premio. “No lo esperaba y ni siquiera sabía que el premio se fallaba ya. Pero más allá de la alegría personal por haber ganado, lo que más satisfacción me produce es que me lo hayan dado en concreto por esta obra, que recupera la memoria de un episodio de la historia de España que todavía sigue silenciado en muchos aspectos. Especialmente en este momento en el que la extrema derecha está en auge”, añadía el actor, cuya trayectoria artística siempre ha estado marcada por su compromiso social y político, que arrancó ya desde pequeño, cuando tuvo que huir con su madre y su hermana de su país natal, Argentina, después de que su padre, Diego Fernando Botto, fuera asesinado por el régimen del dictador Videla.

«Una noche sin luna» se centra en los últimos años del poeta granadino y rescata algunos de sus escritos y discursos sobre la censura, la literatura, el teatro, la educación o la nación, que ayudan a entender el contexto y las razones por las que fue asesinado. Pero más allá del trasfondo ideológico y político del espectáculo — «Es cristalino, no pretendemos ocultar la intención que nos mueve, que es un ejercicio de memoria histórica necesario», afirma el actor—, lo que ha despertado ovaciones entre el público es sobre todo la sobresaliente interpretación que Botto hace de Lorca, que ha conmovido a espectadores de diferentes convicciones políticas.

Con una trayectoria importante también en el cine, Botto ha sido seis veces finalista en los premios Goya, pero nunca ha resultado ganador y ahora, en cambio, se lleva el premio gordo del teatro. “Bueno, no niego que me haría ilusión recibir un Goya, pero lo cierto es que el teatro ha sido siempre el epicentro de mi vida. Desde pequeño lo he vivido en casa con mi madre -la directora y maestra de actores Cristina Rota- y cuando he sentido la necesidad de expresar mis propias historias, más allá de mi trabajo como intérprete, lo he hecho en el escenario”, comenta el actor, que ya en 2005 se estrenó como autor con la obra «El privilegio de ser perro», que también dirigió. En 2007 repitió con «Despertares y celebraciones» y, ese mismo año, con «La última noche de la peste».

El jurado que le ha otorgado el galardón ha destacado precisamente esta versatilidad dentro de las artes escénicas y “su naturaleza de hombre de teatro integral”, así como “su profundo y permanente compromiso con la escena, así como su capacidad para llegar al gran público a través de un lenguaje claro y sencillo pero cargado de poesía”.