El Romea de Barcelona, desde el pasado 17 de diciembre, está de gala con «El pare» («El padre») con Josep Maria Pou, que permanecerá en escena hasta el 26 de febrero. Junto al actor, protagonizan la obra Rosa Renom, Victòria Pagès, Josep Julien, Pep Pla y Mireia Illamola.
Pou es Andreu, un hombre de setenta y seis años, culto, socarrón y terco, está perdiendo la memoria, pero se resiste a aceptar ningún tipo de ayuda y rechaza a todos los cuidadores que su hija, Anna, intenta contratar. A medida que trata de dar sentido a sus circunstancias cambiantes, Andrés empieza a dudar de sus seres queridos, de su mente e incluso de su propia vivencia de la realidad. La obra está escrita por el joven director francés Florian Zeller (Paris, 1979) y dirigida por Josep Maria Mestres.
La obra ofrece dos miradas. La principal, la de Andreu, un hombre que, acostumbrado a una autonomía y un control de su entorno notables, ve cómo empieza a no entender ni a dominar nada. La secundaria, la de su hija Anna, que se afana por darle todo lo que necesita y contempla impotente cómo él lo rechaza. La primera es la que guía las escenas. La sucesión de diálogos, entradas y salidas es producto del caos mental del protagonista, y a medida que el espectáculo avanza, las piezas van encajando.
Considerada por The Guardian como «un estudio salvajemente honesto de la demencia», la obra es un retrato de la degradación de la mente debido a la pérdida de la memoria y, en consecuencia, de la pérdida progresiva de la identidad, de los referentes, de la propia vivencia de la realidad. La perspectiva que el autor adopta, fruto del alzhéimer que su abuela sufrió, aporta una visión peculiar que invita a un ejercicio empático a la audiencia.
Florian Zeller estrenó «El padre» en el teatro Hébertot, en París, ahora hace 10 años. Enseguida se convirtió en un fenómeno, y sus traducciones se estrenaron con gran éxito en un montón de países. Aparte de ser un texto hábil y bastante oportuno sobre el tema del Alzheimer, también es un vehículo de lucimiento para actores veteranos que quieren arriesgarse y que tienen el valor de enfrentar un papel tan exigente. Algunos de los actores que se ha puesto en la piel del protagonista son Alfred Molina, Frank Langella, Keneeth Cranham, Robert Hirsch, Pepe Soriano o Anthony Hopkins en la versión cinematográfica. En nuestro país, y concretamente en el mismo escenario del Romea, ya la representó hace seis años Héctor Alterio.
La gran virtud de «El pare» es que trata el tema de la enfermedad desde el punto de vista del paciente. Es por este motivo que los personajes que lo rodean (hija, yerno, enfermeros) cambian de rostro en varias ocasiones, e incluso las tramas van cambiando según el momento y el personaje que las explica. Cualquiera que tenga o haya tenido a un familiar o conocido con Alzheimer enseguida reconocerá tics, maneras de hacer y reacciones muy propias de estos enfermos. En este sentido, la obra está bien documentada, a pesar de que también hay que apuntar que no encuentra un final bastante contundente y que pierde algunas oportunidades que la habrían hecho más redonda.
«Pocas veces el silencio que viene del público me había emocionado tanto», dice Josep Maria Pou. «Es la primera vez que tengo la sensación de hacer a una persona normal». Asimismo, revela el miedo que ha tenido durante la preparación de las funciones: «Cada frase que decía a los ensayos me moría de miedo pensando que puedo llegar a sufrir lo mismo que ese hombre». Pou cree que la reacción del público ante «El pare» no sería lo mismo sin haber pasado por la pandemia del coronavirus. Y reconoce que no se encuentra a gusto con la situación política actual: «La política se ha convertido en el arte de la mala relación entre los ciudadanos. Me enfada mucho esta subversión».