LA FUNCIÓN, DIRIGIDA POR KRYSTIAN LUPA, LLEGA AL TEATRO DE LA ABADÍA DE MADRID

Uno de los creadores más lúcidos de nuestro tiempo, Krystian Lupa (Premio Europa de Teatro 2009), tras dirigir varios textos de Thomas Bernhard y montajes sobre figuras como Andy Warhol y Marilyn Monroe, decide abordar por vez primera un Beckett, con una compañía española encabezada por José Luis Gómez. «Fin de partida» en la escena del Teatro de la Abadía de Madrid, que dirige el propio José Luis Gómez.

La obra muestra como Hamm, el amo, ciego, en silla de ruedas, da órdenes y más órdenes a Clov, el siervo, que no se puede sentar nunca. Les acompañan, metidos en un contenedor de basura, los padres de Hamm, que perdieron sus piernas en un accidente de bicicleta pero que siguen soñando con ser felices. «Nada tan divertido como la desgracia», dicen. «Se nos cae el pelo, los dientes. ¡Nuestra lozanía! ¡Nuestros ideales!»
«Fin de partida» es quizá la obra más esencial de Beckett, ese maestro del humor en la exasperación. «Debemos arrancar tantas carcajadas como sea posible con esta cosa atroz», dijo Beckett a los actores de Fin de partida.
El elenco incluye a José Luis Gómez como Hamm, Susi Sánchez como Clov, Ramón Pons y Lola Cordón. Es una producción de Teatro de La Abadía en coproducción con El Canal Centre d’Arts Escèniques de Salt/Girona, Palacio de Festivales de Cantabria (Santander), Teatro Arriaga (Bilbao) y Teatro Calderón (Valladolid)
«Gracias a la intensidad con que Krystian aborda la obra, nos ha hecho descubrir cómo, bajo el nihilismo atribuido a Beckett y a pesar de su rechazo absoluto a lo explícito, se percibe en este texto un latido continuo de humanidad irreductible; no es posible abordar esta obra sin abrirse a ese latido, a esa huella que en su autor ha dejado la Segunda Guerra Mundial, con su inmensa estela de dolor y sufrimiento, y con los indicios que percibe en el mundo que se va desarrollando tras la conflagración y que todavía están ahí. estos dos poderosos conceptos están presentes en Fin de partida y bajo ellos vibra también –como incandescencia– el homo religiosus», dice José Luis Gómez.
Para Gómez, «Krystian Lupa nos ha ayudado a abrirnos a ese pálpito constante que anima la obra de Beckett, en un proceso colmado de placer y de inteligencia, avivando una llama que espero se propague a nuestros espectadores y permanezca viva durante mucho tiempo».