Chace Crawford, Emma Roberts, Zoe Kravitz, Rory Culkin y la veterana Ellen Barkin protagonizan la adaptación de la novela de Nick McDonnell

Bellos y malditos, fascinantes y tenebrosos. No es una novela de Scott Fitzgerald ni de Bret Easton Ellis sino lo último del amante de la belleza joven que es Joel Schumacher. Si en 1990 rodó «Línea mortal» («Flatliners») con unos jovencísimos Kiefer Sutherland y Julia Roberts (prometidos y a punto de boda y ella dejándole ante el altar, comme d’habitude, que dirian por aquí), en «Twelve» («Doce», en realidad el nombre de una droga de diseño inventada para el film), ahora nos trae la sangre fresca y el talento de Emma Roberts, Zoe Kravitz y Rory Culkin, sangre nueva para apellidos antiguos del cine de Hollywood. Y Kiefer Sutherland, el auténtico de aquel título, de narrador.

A los 71 años recien cumplidos, Schumacher (Nueva York, 1939) sigue fiel a sí mismo. El dandy y esteta que fuera decorador de escaparates de Saks y diseñador de la mítica fiesta Blanco y Negro de Truman Capote (del que fue amante) adora la belleza joven y los cadáveres aparentes. De ellos está sembrado el final de «Twelve» en el que un bello traficante de droga entre estudiantes de las clases altísimas de Nueva York realiza un camino a la inversa hacia la redención (al estilo de Javier Bardem en «Biutiful» pero sin el carisma ni talento del marido de Pe).

El protagonista es el neumático Chace Crawford (uno de esos galanes sin expresión, que ejercita la tableta de chocolate abdominal y el peinado Zac Efron-Justin Bieber), salido de la serie «Gossip Girl». Parece ser que trafica al no poder superar la muerte matrerna por cáncer. Camello ideal, ni bebe, ni fuma, ni se droga, ni se declara a la chica de sus sueños (Emma Roberts en su primer rol adulto). Crawford se deja querer por la cámara de Schumacher, que ha declarado que le recuerda en su sexualidad al joven Brando y a Warren Beatty, a cualquier edad.

«Twelve» es la adaptación de la novela de Nick McDonnell y sirve para que el rapero 50 Centavos sea ya conocido en el cine como Curtis Jackson. Rory Culkin es un perfecto «nerd» multimillonario que busca el amor con la zorrita equivocada y Zoe Kravitz -hija de Lenny y la actriz Lisa Bonet- no ha heredado ni belleza ni taltento y se limita a posturitas y mohínes. Lo mejor, como siempre, lo proporciona un adulto. En este caso, una. La mercurial Ellen Barkin, toda collares y desdén, en dos secuencias de antología.

Es mejor quedarse con este ejercicio de Schumacher al estilo del Gus van Sant de «Elephant», porque rueda ya «Trespass» para dos gafes con la taquilla: Nicolas Cage (ya declarado oficialmente en bancarrota) y Nicole Kidman, que hace diez peliculas que no da una. Mañana llega un actor de verdad hasta las playas de Deauville, el siempre sublime Liev Schreiber, con «Every Day». El este año nominado al Tony por «Panorama desde el puente» y padre de los hijos de la maravillosa Naomi Watts (de quién se muestra «Fair Game») pondrá algo de orden y arte tras el desmadre schumacheriano.