A sus 84 años el realizador polaco Skolimowski se ha mostrado firmemente partidario de un cine experimental que busca y explora nuevas formas narrativas. El veterano cineasta ha presentado en la competición de la Seminci «Eo», la historia de un burro de ojos melancólinos. Su mirada es la de la película, mostrando un mundo misterioso. Se topa con buena gente y con otra no tan buena, pero nunca, en ningún momento, perderá su inocencia. La película se sitúa en la línea de otra película mítica, «Al azae de Balthasar», de Robert Bresson
Tras indicar que el título de su película, Eo, no es más que «la onomatopeya que reproduce el sonido que hacen los burros», Skolimowski ha explicado cómo había surgido este proyecto: «Cuando Ewa -su esposa y productora- y yo vemos películas contemporáneas, ambos sentimos que estamos hartos de la forma tradicional de contar historias, ya que hay una narrativa muy lineal, donde todo sucede de la A a la Z; presentan a los personajes, que se enamoran o se matan, o lo que sea… y así hasta el final. Sentimos que esta manera de contar historias está muerta, que no es esa la dirección, y hemos buscado otro tipo de narrativa, donde no todo sea previsible. Empezamos a experimentar con la película anterior, que se titula «11 minutos», y ese fue el primer paso. Con «Eo» hemos avanzado, pero esperamos ir todavía más allá con la siguiente película que hagamos».
El cineasta ha hablado de las ventajas de que el protagonista de la película sea un animal. «Algunas veces, trabajar con animales es más fácil que trabajar con actores humanos. Porque los actores tienen una tendencia a intelectualizar el papel que hacen. Pero con un animal hay que buscar otras formas de expresión, porque lo que se «sacrifica» son los diálogos. En Eo la música de la película es brutal, es música sinfónica, y nuestro colaborador, Paweł Mykietyn, es un compositor de música clásica que ha tenido que acercarse a otros registros musicales. Pero en la película lo que oímos es una orquesta de 75 músicos, y toda la banda sonora nos expresa el monólogo interior de Eo, el protagonista».
Skolimowski ha dejado claro que no le gusta discutir con los actores sobre por qué hay que hacer lo que dice el guion, y en ese sentido trabajar con burros le ha resultado fácil. «Con los actores se puede hablar y explicar mucho, pero con el burro no hace falta explicar nada. Con el burro lo que hay que hacer es hablar en un tono suave, sin gritar, sin empujar… La verdad es que lo traté igual que trato a mi perro, con el que ya tengo muchos años de experiencia, y sé que en lugar de gritar lo que funciona es la suavidad, la ternura… Bueno, la verdad es que teníamos otro arma secreta, que eran las zanahorias», añadió entre risas.
Ewa Piakowska ha comentado, por su parte, que esta es la cuarta vez que trabaja en un guion con Jerzy Skolimowski y ha contado cómo funciona el proceso de escritura entre los dos: «Nos complementamos bien, yo soy la persona de noche y él la de día. Es un proceso largo y complicado, pero a la vez corto. Ambos tenemos diferentes ideas sobre lo que queremos contar, y entonces yo trabajo toda la noche, dejo mi parte de guión escrita, y me voy a dormir. Y cuando Jerzy se despierta por la mañana, se sienta a la mesa y se pone a escribir, está todo el día trabajando y aportando sus ideas, y luego él se acuesta y yo me levanto, o coincidimos por la casa y hablamos, y así vamos avanzando».
Sobre la relación entre la película y el género de las fábulas, Piakowska comentó que, cuando empezaron a trabajar en Eo, leyeron diferentes libros, como «Las Metamorfosis» de Ovidio, «El asno de oro» de Apuleyo… «Sí, las fábulas enseñan algo aparentemente simple pero siempre tienen una conclusión muy profunda de fondo. En España hemos descubierto que existe un libro maravilloso, «Platero y yo», de Juan Ramón Jiménez. No lo hemos leído aún pero lo hemos buscado y lo tenemos pendiente».