La gestación subrogada está prohibida en España y en su condena coinciden casi con idénticos argumentos desde Izquierda Unida (IU) a la Iglesia Católica. Sólo Ciudadanos ha presentado alguna proposición de ley en Las Cortes para su aprobación. Las personas que pretenden un vientre de alquiler en España suelen recurrir al extranjero. La futura madre es sometida a un exhaustivo y prolongado análisis: de salud, de antecedentes físicos y psíquicos, si antes ha tomado drogas o no, y se le exige la renuncia total del hijo. Los futuros padres de la criatura, sin embargo, no pasan exámenes, pueden ser unos perfectos indeseables: pero tienen el dinero para pagar el bebé.

Sobre la gestación subrogada trata “Las cosas que faltan”, de José Pascual Abellán, que se ha estrenado en el teatro Nave 73 de Madrid. La pieza presenta a una pareja de homosexuales, uno escritor (de escaso vuelo) y el otro abogado (de éxito), cuya relación está erosionada por el paso de los años y el deseo del letrado de ser padre. Les falta dinero para recurrir a un vientre de alquiler en el extranjero y, después de muchas discusiones, en una atmósfera de tensión desatada, eligen un trayecto intermedio: contratar a Laura como gestante, joven viuda de un vigilante jurado (una sensacional Lucía Esteso), mujer hundida en su soledad y recuerdos y, previsiblemente, en una deficiente situación económica.

El autor, con un texto ambicioso, rico, sólido en su carpintería teatral, por el que fluye la vida aunque esté lleno de ideas, plantea problemas permanentes del ser humano, como la soledad, la paternidad, o el dominio en la relación de pareja, con el foco puesto esencialmente en la gestación subrogada y en el desgaste moral y psicológico de la madre. “¿De quién es esa niña?”, es la pregunta decisiva que formulará Laura, la gestante, hacia el final de la función. Antes, el escritor (Alberto Novillo), ha preguntado a Laura: “¿Vas a hacer eso con tu cuerpo? ¿Qué tipo de mujer eres?”. Y a su pareja (Hugo Alejo) le recrimina: “Un sueño no es un derecho y más si tienes que pagar por ello”. La paternidad, sí, no es ningún derecho. “Las cosas que faltan” no da soluciones: plantea preguntas. Es el drama del ser humano el que circula por las arterias de esta obra. Sobre todo el drama de la mujer gestante. Pero en la función está, ya está dicho, la vida, con sus dolorosas carencias. “A todos los seres humanos les falta siempre algo para ser completamente felices”.

(Publicado en Andalucía información)