El autor de «Sud Express» o «Amateurs», presenta una historia sobre esas primeras decisiones que marcan la adolescencia, narrada apenas sin diálogos y en la que no interviene ningún adulto
«La adolescencia es como un segundo parto. En el primero nace un niño y en el segundo, un hombre o una mujer. Y siempre es doloroso». Partiendo de esta máxima de Jean Jacques Rousseau, Gabriel Velázquez presenta «Iceberg», la tercera película que firma como director y sin duda, la apuesta más arriesgada del autor de las multipremiadas «Sud Express» y «Amateurs».
«Iceberg» será presentada en primicia mundial el próximo mes de noviembre, dentro de la Sección Oficial del Festival Internacional de Cine de Gijón, que este año celebra su 49 edición. Aunque aún no se ha hecho pública la programación completa, el festival ya ha adelantado algunos de los nombres que junto a Gabriel Velázquez formarán parte de una jugosísima sección oficial entre los que se encuentran la polifacética Miranda July, la joven promesa del cine indie americano Jeff Nichols o el ganador del Oso de Plata de Berlín Joshua Marston, así como los franceses Nicolas Klotz, Mia Hansen-Love o Bruno Dumont. Lo que sí ha adelantado el Festival es que «Iceberg» será la única película española en la competición oficial, lo que para Velázquez supone «un honor y una gran responsabilidad».
«Iceberg» es una película poética en la que la fuerza visual de los adolescentes y el paisaje de invierno en el Tormes son los principales ingredientes. La historia fluye a lo largo del río Tormes bordeando el paso de la adolescencia. «Quisimos alejarnos de los núcleos urbanos y de los barrios, huyendo de lugares tan continuamente retratados para buscar la belleza y la fuerza de las imágenes en la naturaleza. Como un iceberg, sencillo y contundente… y casi en silencio.» explica Velázquez.
«Iceberg» es el primer trozo de hielo que ocultamos en nuestro corazón. Tres historias de adolescentes que se cruzan en el río de invierno a su paso por una pequeña ciudad. Sobrevolando, late la «familia ausente» y cómo la falta de ese amor cotidiano y familiar afecta a cada uno de los personajes.
En «Iceberg» no aparecen adultos. Todos son adolescentes y su familia está ausente de sus vidas. Atraviesan un momento crítico: están dejando de ser niños pero todavía no son mayores… Y entonces surge un iceberg. Un problema al que tendrán que enfrentarse en solitario por primera vez y sin ayuda de nadie. «Desde el principio supimos que para contar nuestra historia no podía haber padres ni personas mayores; estos chavales no podían tener a su lado a sus protectores… había que explorar cómo maduraban… solos. Había que ver el iceberg sólo, en la inmensidad del invierno.» apuntan Gabriel Velázquez y Blanca Torres, co-guionista de la historia.
Para ello, el director, siguiendo la línea emprendida en sus anteriores trabajos, ha querido seguir experimentando con personajes de la vida real. «su frescura envuelve a las secuencias en un tono natural muy especial», apunta. Si en Sud Express se creó una torre de babel con inmigrantes de lejanas nacionalidades y en Amateurs descubrió a sus protagonistas en una niña francesa y un jubilado que encontró mientras jugaba a las cartas en la calle, todos los «actores» que intervienen en ICEBERG son jóvenes adolescentes de entre 12 y 18 años, elegidos en un inmenso casting por el que han pasado más de 4.000 chavales sin experiencia cinematográfica. Carolina, Peti, Víctor y Juanma son los protagonistas cuyos rostros se apoderan de la pantalla con la fuerza de un mihura.
Gabriel Velázquez, quien ya demostró en sus trabajos anteriores su gusto por explorar diferentes lenguajes cinematográficos desde una mirada sencilla y limpia, aborda de nuevo la soledad como tema subyacente y utiliza la fuerza visual de los protagonistas de estas tres potentes historias entrecruzadas, tocadas por el poético «irrealismo mágico» de la adolescencia.