«La excursión” es un gran ejercicio interpretativo al que falta un texto contundente
«La excursión” es un juego, una breve obra teatral -la función no supera los 60 minutos- perfectamente representada por sus dos actrices, Vanessa Camarda y Encarna Gómez, que rinde homenaje al cine de terror: el algunas escenas o en la proyección de carteles de películas históricas de ese género. El montaje, que se estrenó el miércoles 10 de junio en el teatro Alfil de Madrid, oscila entre Hitckoch, el desmadre, y una buena dosis de ingenuidad.
Una de las actrices viene a decir casi al comienzo de la función: «Los personajes han de estar bien descritos, el espectador tiene que saber cómo son”. El principal problema de «La excursión” radica en la falta de un texto sólido que sostenga la obra, una carencia que impide que la función tome vuelo. Por lo demás, se trata de una obra original, risueña, a ratos divertida. Con algún hallazgo importante. Destaca, sí, el trabajo interpretativo de las dos protagonistas, que realizan un esfuerzo descomunal sobre el escenario: de mímica, de gestos, de cambios en el tono de voz y de acentos. Ellas están por encima del montaje, aunque la idea de «La excursión”, insistimos, resulta válida e insólita a falta de una escritura que le dé más brío. Las actrices van y vienen por el escenario con una pequeña cámara de cine, grabándose, en lo que se supone un bosque lleno de peligros y muerte, y con un osito de peluche asesino. Aterradas.
El público de la noche del estreno se divirtió y aplaudió al final de la función. En el programa de mano se advierte que «La excursión” «no es recomendada para cerebros estructurados o que sufran de lógica extrema”. Unas cuestiones muy extendidas en la sociedad de nuestros días.