Juana Ginzo, mítica actriz del cuadro de actores de Radio Madrid, ha muerto este 27 de agosto a los 99 años. Fue una de las grandes voces del radioteatro con seriales como «Ama Rosa», que inició en 1959. La actriz explicaba en las entrevistas que este personaje que interpretaba, sumiso, era todo lo contrario a lo que ella era y que le apenaba trasladar ese mensaje a las mujeres. Siempre se definió como feminista y de izquierdas. Fue de las primeras mujeres en España en llevar pantalones y minifalda.

La muerte de Juana Ginzo llega una semana después del fallecimiento a otra actriz eminentemente radiofónica, también del cuadro de actores de Radio Madrid, Matilde Vilariño. Juana Ginzo fue la gran personalidad del radioteatro español, una mujer que dio voz a muchos personajes, pero tuvo voz propia: feminista, progresista y luchadora, indómita y adelantada a su época.

Juana Ginzo entró en la radio en los años 40, a través del concurso «Tu carrera es la radio», donde se buscaban voces para el cuadro de actores de la Ser. En 1942, Antonio Calderón creó la compañía de actores en Radio Madrid. En Barcelona hizo lo mismo Armand Blanch. Y en emisoras más pequeñas también cundió el teatro, siempre a caballo entre la adaptación de obras clásicas y la interpretación de guiones expresamente escritos para la radio.

Ginzo nació en Madrid, hija de una cigarrera y de un impresor. Tras finalizar la Guerra Civil trabajó limpiando casas hasta que en 1946, cuando tenía 23 años se presentó al concurso de descubrimiento de nuevos talentos, «Tu carrera es la radio», y se integró en la plantilla de actores de Radio Madrid y se convirtió en una de las actrices preferidas de Antonio Calderón, creador de la compañía de actores de la emisora y en una de las voces más emblemáticas de la radio española. La fama le llegó en 1953 con «Diego Valor» y sobre todo en 1959 con el serial radiofónico «Ama Rosa» de Guillermo Sautier Casaseca interpretando el papel de Rosa, una mujer pobre y cristiana que entrega a su hijo recién nacido a un matrimonio con dinero que acaba de perder el suyo y a quien acaba sirviendo años después aguantando el maltrato con resignación. El serial llegó a convertirse en un fenómeno sociológico cuya emisión diaria paralizaba la actividad del país, pendiente de las peripecias del personaje.

Ginzo explicó en sus entrevistas que «odiaba hacer los seriales y le avergonzaba pero no podía dejarlos porque tenía que comer». Sus personajes eran lo contrario a ella quien se definía como una «roja-feminista». Lola Herrera, compañera de ella en el Cuadro de Actores de Radio Madrid, ha dicho de ella que fue su «maestra de vida» por su libertad y rebeldía.

Gracias a su éxito radiofónico también intervino en algunas películas como «Novio a la vista» (1954), de Luis García Berlanga, «Los ladrones somos gente honrada» (1956) y «El tigre de Chamberí» (1957), «Bearn o La sala de las muñecas» (1983), de Jaime Chávarri, «Werther» (1986), de Pilar Miró, «La estanquera de Vallecas» (1987), de Eloy de la Iglesia o «Antártida» (1995), de Manuel Huerga. Por otro lado también trabajó en varios seriales para la BBC en español destinados a América Latina y como dobladora en numerosas películas.​

Se jubiló a los 60 años. Su últimas actividades frente a un micrófono fueron sus colaboraciones, primero con Concha García Campoy en «Días de radio» (1993), de Antena 3 Radio y más tarde, entre 1999 y 2003 en el programa «Lo que es la vida» que presentaba Nieves Herrero en Radio Nacional de España en cuya tertulia se posicionó en contra de la guerra de Irak.

Cuando empezó en la radio, a los 23 años, ya estaba casada y tenía un hijo, Juan Antonio Melero Ginzo. En 1972 conoció mientras preparaban el primer programa de Hora 25 (cuya voz daba el indicativo del programa previamente al famoso gong) al que fue su pareja hasta su muerte, el periodista Luis Rodríguez Olivares, veinte años más joven que ella. Su amiga Pilar Bardem aseguró que «la admiraba por los cojones que tuvo al casarse con un hombre veinte años más joven que ella». Y Lola Herrera siempre se refirió a ella como «una maestra de vida que se puso el mundo por montera en un tiempo de prohibiciones».

Juana además escribió libros como «Mis días de radio. La España de los 50 a través de las ondas» y unas memorias tituladas «La pasión de vivir. Con un montón de años». Fue de las primeras mujeres en España en llevar pantalones y minifalda, y su conciencia política y compromiso feminista estuvo siempre presente en su vida, estando mientras pudo, en primera fila de muchas manifestaciones reivindicativas.