El director de teatro y cine, dramaturgo y actor británico Peter Brook, un verdadero maestro y leyenda de los escenarios del siglo XX y XXI, Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2019, ha fallecido este sábado 2 de julio a los 97 años en París, donde residía.

Nacido en Londres en 1925, hijo de emigrantes judíos procedentes de Letonia emigrados a Inglaterra, se formó en el prestigioso colegio St. George. Luego llegarían los no menos nombrados Westminster School, Escuela Gresham y la Universidad de Oxford. En 1943, con sólo 18 años, debutó en Londres con el Doctor Faustus de Marlowe. Y acto seguido renovó Shakespeare desde la esencia misma de Shakespeare. Dejando fuera prejuicios, honores, lecturas heredadas y trampantojos más o menos pomposos. Lo hizo, eso sí y para que no quedaran dudas, desde Stratford-upon-Avon, la cuna de Shakespeare.

Brook se instaló en 1974 en París donde vivió la mayor parte de su vida y donde recuperó un antiguo teatro para convertirlo en uno de los escenarios más punteros de la capital francesa, el Teatro Bouffes du Nord. Allí pudo poner en práctica la síntesis de sus investigaciones escénicas, en obras como «Una flauta encantada», basada en la creación de Mozart «La flauta mágica».

Peter Brook era conocido como «L’enfant terrible» del teatro, por su capacidad de aliar las últimas innovaciones y lo institucional con el teatro comercial. Aprendió de los mejores, especialmente a su paso por Nueva York, donde llevó a los escenarios «La gata sobre el tejado de zinc», de Tennessee Williams, pero también creaciones de Arthur Miller o Jean Genet. Fue sobre todo su creación y dirección de «Titus Andronicus» en la Royal Shakespeare Company la que marcó un antes y un después en su carrera y en las propias artes escénicas donde impuso una nueva visión de la obra del autor inglés más reconocido.

Considerado como el director tearal más influyente del siglo XX, trabajó con gigantes de la escena como Laurence Olivier y Orson Welles, revitalizó a Shakespeare, dejó una película memorable como «Moderato Cantabile» y escribió un tratado esencial sobre el teatro como «El espacio vacío». «Hazme descansar para siempre», se escuchaba en «Moderato Cantabile» en boca de su protagonista, una Jeanne Moreau más grave y rota que nunca. La película, que Peter Brook dirigió en 1960 a seis años vista de que sorprendiera al mundo con su montaje «Marat/Sade», valdría ella sola para justificar una vida entera y, sin embargo, apenas es una nota al pie de la existencia desmesurada de una leyenda que se avergonzaba de ser considerado precisamente eso, una leyenda.

Hasta 11 veces visitó Madrid para participar en su Festival de Otoño, y hace tan solo un año, Brook había visitado Barcelona para estrenar en la ciudad «Tempest Project», una revisión de la última obra de Shakespeare. «Nunca puedes decir ante una pieza de inmensa calidad como son las de Shakespeare: «¡Ah, lo encontré!». Es estúpido que alguien diga haber visto la interpretación de un «Hamlet» perfecto. Quien crea haber dicho la última palabra sobre la interpretación de una obra no solo es un idiota, sino un fascista y un criminal. Uno ha de ser respetuoso con lo desconocido», afirmó Brook durante la presentación del proyecto.