El director de cine estadounidense Peter Bogdanovich, director de «La última película», «Luna de papel» o «¿Qué me pasa doctor?» ha fallecido poco antes de la una de la madrugada (hora local estadounidense) de este 6 de enero en su casa de Los Ángeles, por causas naturales, a los 82 años. Bogdanovich, nacido en 1939 en Nueva York, fue de los directores más importantes del llamado Nuevo Hollywood de la década de los años 70 y deja un legado con una veintena de películas y unos cuantos libros cinematográficos imprescindibles; estaba considerado como el último gran cinéfilo de Hollywood, pese a que en sus últimos años Hollywood le había vuelto la espalda.

Bogdanovich comenzó su carrera como crítico, pasando a ser guionista de la mano de Roger Corman («Los Ángeles del Infierno», 1966). Debutó como director con un gran homenaje al cine de terror, «El héroe anda suelto», y pronto consiguió tres éxitos consecutivos: «La última película» (1971), «¿Qué me pasa, doctor?» (1972) y «Luna de Papel» (1973), pasando a ser una de las estrellas de un Hollywood muy contracultural. Después, su carrera decayó, aunque luego firmó títulos «Máscara» (1984) o «Texasville» (1990), una secuela tardía de «La última película». Fue, además, productor, guionista, actor e historiador del cine, con significativas obras sobre John Ford, Orson Wells o Fritz Lang, entre todos.

De origen yugoslavo, Bogdanovich había nacido en Nueva York el 30 de julio de 1939. Aficionado al cine desde niño, a los 20 años comenzó a trabajar en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en la preparación de una antología de películas sobre Orson Welles y Howard Hawks. Cinéfilo obsesivo —llegó a ver 400 películas al año, en su juventud—, Bogdanovich analizó principalmente obras de directores estadounidenses como John Ford —de quien escribiría un libro tras las retrospectivas de ese museo— y del entonces minusvalorado Howard Hawks. Bogdanovich también recuperó a olvidados pioneros del cine estadounidense tales como Allan Dwan, a quien entrevistó. Al mismo tiempo empezó a escribir artículos sobre el séptimo arte y se convirtió en uno de los más prestigiosos críticos cinematográficos americanos por sus trabajos en los periódicos Esquire, Village Voice y The New York Times. En 1964 dejó su puesto en el museo y se trasladó a Los Ángeles.

Empapado en la tradición estadounidense, estuvo parcialmente influido por la crítica francesa de los años cincuenta de Cahiers du Cinéma, especialmente por el director François Truffaut. Antes de convertirse él mismo en director, Bogdanovich labró su reputación con sus artículos en la revista Esquire. En 1968, siguiendo el ejemplo de sus admirados colaboradores de Cahiers du Cinéma —Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol y Jacques Rivette, quienes habían creado la Nouvelle Vague en sus propias películas—, Bogdanovich se hizo director.

En el pase de una película, Roger Corman —que estaba sentado detrás de él— mencionó que le había gustado un artículo de cine suyo en Esquire. De resultas de la consiguiente conversación, Corman le propuso un trabajo como director a Bogdanovich, que aceptó sin parpadear. Trabajaron en la aclamada «Targets» («El héroe anda suelto»). Tiempo después Bogdanovich se referiría a Corman y su compañía como la mejor escuela de cine posible, cuando hizo su primera película en tres semanas.

En 1971, Bogdanovich, de 32 años, fue aclamado por la crítica como un «wellesiano» niño prodigio cuando se estrenó su filme más célebre, «The Last Picture Show» («La última película»). Recibió ocho candidaturas a los Óscar, entre ellas la de mejor director. Bogdanovich, que había contado con la modelo Cybill Shepherd para un papel protagonista, se enamoró de la joven belleza, asunto que condujo a su divorcio de la diseñadora de decorados Polly Platt, su colaboradora artística durante muchos años y madre de sus dos hijos.

A «La última película» siguió el gran «¿Qué me pasa, doctor?» (1972), una alocada comedia deudora de «La fiera de mi niña», «1937) y «Luna nueva» (1941), ambas de Howard Hawks, con Barbra Streisand y Ryan O’Neal como protagonistas. A pesar de sus homenajes al cine clásico, Bogdanovich se labró su categoría de director estrella al lado de otros como Francis Ford Coppola o William Friedkin, con quienes formó The Directors Company, un generoso acuerdo de producción con Paramount Pictures que daba a los directores carta blanca mientras se ciñeran al presupuesto. Bajo esta entidad se produjo el siguiente éxito de Bogdanovich, la aclamada «Luna de papel» (1973).

«Luna de papel», una comedia de tiempos de la Depresión con Ryan O’Neal, que consiguió que la hija de 10 años de este, Tatum O’Neal, ganara el Óscar a la mejor actriz secundaria, marcaría el punto culminante de la carrera de Bogdanovich. Forzado a compartir los beneficios con sus colegas directores, Bogdanovich quedó insatisfecho con el trato. Así pues The Directors Company sólo produciría dos películas más, «La conversación» de Coppola, candidata al Óscar de 1974 y que le dio el premio al mejor director, y «Una señorita rebelde» («Daisy Miller»), del propio Bogdanovich, película que obtuvo unas críticas muy diferentes. La película, basada en una novela de Henry James supuso el principio del fin de la carrera de Bogdanovich como director popular y aclamado. La película, protagonizada por Shepherd, la pareja de Bogdanovich en ese momento, fue vapuleada por la crítica y fue un fiasco en taquilla. La siguiente película de Bogdanovich, «At Long Last Love», un musical de Cole Porter protagonizado por Shepherd, fue calificada por los críticos como una de las peores películas de la historia. El filme fue, además, un fracaso en taquilla, a pesar de contar con Burt Reynolds, una superestrella de finales de los 70.

Intentando retomar el fulgor inicial, Bogdanovich de nuevo se centró en el pasado y en su propio cine, con «Nickelodeon» («Así empezó Hollywood»), de 1976, comedia que narraba los primeros tiempos de la industria cinematográfica, juntando a Ryan y Tatum O’Neal, con Reynolds. Aconsejado acerca de no emplear a la impopular entre los críticos Shepperd, que era su pareja y musa, Bogdanovich usó en su lugar a la debutante Jane Hitchcock como la cándida de la película. Desgraciadamente la magia de «Paper Moon» era irrepetible, y Jane Hitchcok solo haría una película más en su carrera.

Tras una pausa de tres años, Bogdanovich volvió con la interesante «Saint Jack» (1979), pero de éxito crítico y comercial limitado, producida por Playboy Productions de Hugh Hefner. Su largo romance con Shepherd había acabado en 1978, aunque el trato hecho con el productor Hefner era parte de un acuerdo judicial sobre unas fotos de desnudos de «La última película», pirateadas en Playboy.

Bogdanovich estrenó a continuación la película que sería el Waterloo de su carrera, «Todos rieron», una comedia de bajo presupuesto con Audrey Hepburn y Dorothy Stratten, Miss Playboy en 1980. En el rodaje, se enamoró de Dorothy Stratten, que estaba casada con el buscavidas Paul Snider, quien dependía financieramente de ella. Stratten quiso vivir con Bogdanovich, y cuando le contó a Snider que lo abandonaba, este la mató y se suicidó a continuación. La depresión de Bogdanovich le duró tres años. La película sería la última que Audrey Hepburn estrenaría como protagonista. Bogdanovich compró los derechos del negativo para difundir la película, pero tuvo un estreno limitado con flojas críticas, y le hizo perder millones de dólares, hasta llevarle a la bancarrota. Bogdanovich, en 1989, contrajo matrimonio en Vancouver con Louise Hoogstratten, la hermananastra de Dorothy Stratten.
Bogdanovich retomó su primera vocación, la escritura, para escribir sobre su fallecido amor en «The Killing of the Unicorn, Dorothy Stratten 1960-1980», publicado en 1984. El libro era una respuesta al artículo de Teresa Carpenter «Death of a Playmate», que cargaba contra Bogdanovich y Hefner, afirmando que Stratten era casi tan víctima de ellos dos como de su asesino Snider. El artículo sirvió de base a la película «Star 80» (1983) de Bob Fosse, en la que Bogdanovich era reflejado como el ficticio director Aram Nicholas. La carrera de Bogdanovich como director importante estaba acabada, aunque todavía obtuvo un éxito modesto con «Máscara» («Mask») en 1985.

Su magnífica «Texasville» (1990), secuela de «La última película», supuso cierta decepción para la crítica y el público, no sin matices. Pero con los años se ha considerado como una obra bien meditada, de gran hondura psicológica y con una gran inteligencia a la hora de abordar a los mismos actores que «La última película», veinte años después.

En 1992 dirigió dos películas de cine, «¡Qué ruina de función!» («Noises Off») (genial comedia pero de moderado éxito) y «1993», pero su fracaso lo apartó de la gran pantalla hasta el año 2001. Entonces estrenó «The Cat’s Meow». De nuevo volvía al tema del pasado, esta vez al supuesto asesinato del director Thomas Ince por el magnate William Randolph Hearst, que fue un modesto éxito de crítica pero un fracaso en taquilla, y una lección de cine.

El Festival de Venecia de 2014, después de años inactivos para el cine, acogió bien su regreso con la comedia «She’s Funny That Way», pero Bogdanovich, completamente arruinado, seguía sin levantar cabeza. Entre sus premios se encuentran la Concha de Plata y Premio Especial del Jurado de San Sebastián (1973), el CIDALC del Festival de cine de Venecia en 1971, y el premio Pasinetti a la mejor película en el mismo festival en 1979