El actor, cantante y activista Harry Belafonte, conocido como «el rey del calypso», ha fallecido a los 96 años en su Nueva York natal. Belafonte pasará a la historia por su talento y su afán por divulgar ese calypso antillano que tantos éxitos le dio. Fue el primer afroamericano en ganar un premio Emmy y en 2014 recibió un Oscar honorífico, siendo catalogado por la Academia como un “artista legendario y multitalentoso”.
Además de su impacto como artista, Belafonte fue un importante activista en el movimiento por los derechos civiles junto a Martin Luther King, u posteriormente batalló contra el apartheid junto a Nelson Mandela o Miriam Makeba. Nacido en el barrio neoyorquino de Harlem en 1927 con ascendencia jamaicana, Belafonte saltó a la fama en 1956 con el exitoso álbum de música caribeña Calypso, que popularizó canciones como «Day-O» y «Jamaica Farewell». Mucho antes de hacerse famoso, de hecho, el ‘rey del calypso’ se había hecho amigo de Sidney Poitier. Y, cuando estudiaba Arte Dramático, compartió aulas con Marlon Brando, Walther Matthau, Tony Curtis y Bea Arthur (la futura Dorothy de Las chicas de oro). Sin embargo, aquellos conciertos de música folk que daba pagarse dichas lecciones acabaron siendo su auténtico trampolín a la fama.
En 1953, Belafonte debutó como actor en «La esencia de la vida», filme en el que trabajó con Dorothy Dandridge. Su siguiente trabajo, también junto a Dandridge, fue «Carmen Jones», el filme de Otto Preminger basado en la ópera de Bizet. En aquel filme, irónicamente, tanto su voz como la de su partenaire fueron dobladas por otros actores en los números musicales.
En 1957, con la película «La isla del sol» creó un escándalo en EE UU por insinuar una relación sentimental entre el personaje de Belafonte y una mujer blanca interpretada por Joan Fontaine. Sus dos siguientes películas, «Apuestas contra el mañana» y «El mundo, la carne y el diablo», abordaban el tema del racismo cuando la lucha por los derechos civiles en EE UU era ya un tema candente.
Años después, Belafonte trabajó con el gran Zero Mostel en «El ángel Levine» (1970) y compartió planos con su viejo amigo Poitier en el western «Buck y el farsante» (1972) y en la comedia «Uptown Saturday Night» (1974). En 1984,fue el productor y compositor en «Beat Street», el primer filme sobre el ascenso del rap y el hip-hop como formas artísticas en EE UU.
Además de por «Atrapado» (1995), drama satírico en el que trabajó junto a John Travolta, Poitier se hizo un hueco en el cine del cambio de siglo gracias a Robert Altman. Tras contar con él para un cameo en «El juego de Hollywood», el cineasta volvió a llamarle para «Pret-a-porter» y «Kansas City». Tras «Bobby», filme coral de 2006 sobre el asesinato de Robert Kennedy, su último papel de renombre tuvo lugar con «Infiltrado en el KKKlan», donde trabajó a las órdenes de Spike Lee.
Por otra parte, no cabe olvidar que la música de Harry Belafonte sonó en películas como «Bitelchús», donde Tim Burton ambientó escenas descacharrantes con sus «Banana Boat Song» y «Shake, Shake Senora». Ni tampoco que Wes Anderson bautizó en su honor al barco de «Life Aquatic», o los sketches de su intervención en «El show de los Teleñecos».
A raíz de su gran popularidad y capacidad para romper barreras raciales en el mundo artístico, la carrera de Belafonte ha sido comparada con la de artistas de la talla de Louis Armstrong, Ella Fitzgerald o de su contemporáneo Sidney Poitier. En 1968, la cantante británica Petula Clark, que estaba entonces en la cumbre de su popularidad, invitó a Belafonte a un programa especial de la cadena de televisión NBC y ambos cantaron un dúo durante el cual Clark tocó en un gesto cariñoso la mano de su colega. El patrocinador de aquel espectáculo, la empresa Plymouth Motors, intentó censurar ese momento porque podía ofender a la audiencia del sur de Estados Unidos, pero Clark, que tenía los derechos del programa se negó a ello. Se cree que fue aquella la primera vez en que dos personas de distinto color de piel hacían un discreto contacto físico ante las cámaras.
Belafonte se involucró personalmente y financió el movimiento por los derechos civiles, fue amigo personal del reverendo Martin Luther King y participó en la histórica Marcha en Washington de 1963, la del famoso discurso «I have a dream» («Tengo un sueño»). También consiguió el apoyo para la causa de famosas estrellas de Hollywood como Paul Newman y Marlon Brando y fue nombrado por el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy (1961-1963) como asesor cultural del recién creado Cuerpo de Paz.
Belafonte siempre estuvo de una forma u otra involucrado en política, siempre dijo que él no era un cantante convertido en activista, sino un activista convertido en cantante y actor, y llegó a calificar al presidente estadounidense George W. Bush (2001-2009) como «el mayor de los terroristas» por la invasión de Irak de 2003. En la entrega de los Premios Sant Jordi este martes en Barcelona, la actriz Susan Sarandon le dedicó el San Jordi de Honor a Belafonte, y se emocionó al referirse a él al recoger el galardón.