Uno de los grandes críticos -y guionista- cinematográficos españoles, Carlos Pumares, falleció en la tarde de este 12 de octubre a los 80 años como consecuencia del alzheimer que padecía desde hace dos años.
Nacido el 29 de septiembre de 1943 en la localidad vizcaína de Portugalete, Carlos Pumares obtuvo la licenciatura en Ciencias Físicas, un campo alejado del ámbito de las letras y la comunicación. Fue gracias a su papel como asesor en el programa «La Clave», emitido en Televisión Española y dirigido por el histórico José Luis Balbín, donde comenzó a forjarse un vínculo con la industria cinematográfica. En «La clave» era el responsable de seleccionar aquellas maravillosas películas que precedían a los coloquios. En este icónico espacio de TVE se utilizaba películas como punto de partida para debates hoy en día imposibles de realizar. Había escrito guiones, pero fue en «La clave» donde Pumares empezó a tener un reconocimiento público, logrando el respeto por primera vez entre los profesionales de los medios audiovisuales.
Su gran momento profesional fue con la creación de Antena 3 radio, donde presentaba durante la década de 1980 el mítico programa radiofónico «Polvo de estrellas», realmente un consultorio cinematográfico en el que contestaba en directo a cuantas consultas le planteablan los oyentes. Un espacio que empezó a emitirse en Antena 3 Radio y que tuvo un breve colofón en Onda Cero. Trabajó también para Radio Voz y para Arangón TV. Años después Pumares trabajó para el programa televisivo «Crónicas Marcianas» de Xavier Sardá. Y más tarde como comunicador en el área digital. Mantuvo un blog en el portal Terra, donde respondía preguntas de internautas sobre cine. Su famosa frase radiofónica: «Sí, buenas noches, ¿dígame?», se ha convertido hoy en día en un emblema de ese estilo de radio inigualable y en cómo resolver de entrada las dudas de los oyentes quienes fueron la otra parte de su vida a lo largo de muchos años.
Famoso cascarrabias, que llegaba a polemizar con los oyentes que le hacían preguntas, era en el fondo y bajo esa capa que él mismo se creó, una persona entrañable, muy amigo de sus amigos, muy divertido y cáustico. Se ha ido una auténtica enciclopedia cinematográfica, y no sólo de películas, lo sabía todo, que supo crear afición al cine a cientos de miles de personas. Ha fallecido en plena celebración del Festival de Sitges, que siempre reconoció que era su festival favorito, y al que acudía puntualmente hasta hace tres años. En el Auditorio tenía una butaca reservada con su nombre, ya que, acostumbrado a sentarse siempre en la misma, cuando entraba al cine y se la encontraba ocupada le montaba unas broncas monumentales al que había «osado» sentarse en su sitio.