Ha fallecido este 20 de egosto, a los 74 años, en Londres Leon Vitali, actor británico que ha raíz de su participación en «Barry Lyndon» (1975), se convirtió en el asistente y mano derecha de Stanley Kubrick.

Leon Vitali (Royal Leamington Spa, Inglaterra, 26 de julio de 1948). Comenzó a principios de los 70, ceñida sobre todo a producciones televisivas. Con 27 años interpretó a Lord Bullingdon en «Barry Lyndon», la décima película dirigida por Stanley Kubrick. Después de esta interpretación, se convirtió en la mano derecha del director neoyorquino, colaborando de forma activa en sus siguientes tres películas. Vitali hizo las veces de productor, responsable de casting, entrenador de actores, supervisor de sonido, jefe de marketing, mensajero, chófer y cualquier tarea de confianza que Kubrick le encomendara.

Sin embargo, su trayectoria incluyen otros títulos como actor, como «Católicos» (1973), «Victor Frankenstein» (1977) y un pequeño papel en «Juegos secretos» (2006). También participó en la escena de la orgía de «Eyes Wide Shut» (1999).

La relación de Vitali con Kubrick y de su cometido en sus obras, más allá de «Barry Lyndon» empezó a cimentarse cuando se encargó de seleccionar al niño que protagonizaría «El resplandor» (Danny Lloyd), y ya no se apartó se su maestro. La relación se recogía en «Filmworker. A la sombra de Kubrick» (2017), documental de Tony Zierra exhibido en el Festival de Cannes. «Deseaba comprender por qué este actor, que había logrado el éxito internacional siendo muy joven, decidió un día dejarlo todo para convertirse en el asistente de Stanley Kubrick», decía Zierra acerca de las motivaciones que le guiaron en una entrevista en la web oficial del Festival.

León era un intérprete de formación clásica. Su carrera despegó en pleno Swinging London. Durante años fue un rendido admirador de la obra de Kubrick: “Cuando vi «2001: Una odisea del espacio», en 1968, pensé que era la mejor película de la historia del cine. Y en 1971, me quedé fascinado con la fuerza de la interpretación y la paleta de emociones de los actores de «La naranja mecánica». Después de verla, le dije a un amigo que iba a hacer lo imposible por trabajar con Stanley”, recordaba Vitali en «Filmworker. A la sombra de Kubrick».

La relación entre Kubrick y Leon siempre fue rica, profunda y compleja. Fue evolucionando con el paso del tiempo, tornándose más creativa pero también más exigente. «Descubrí que entregar su dedicación a Stanley Kubrick significaba abandonar muchas cosas. Sobre todo para un actor que había dejado atrás su carrera y el glamur que esta representa para dedicarse a un trabajo agotador pero necesario. Su relación era muy sólida, basada en una devoción absoluta a la realización de grandes películas», ha desvelado Zierra.